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¿De dónde sale el año 1914? La verdad (9)

Las posiciones lunares del diario astronómico VAT 4956 no pueden señalar por sí mismas a ningún año específico, ya que se repiten cada 18 años

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A  pesar de la evidencia de los astrónomos respecto a la fecha absoluta científica del 568 a.e.c., o año 37 de Nabucodonosor, la organización de los testigos de Jehová pregona que los astrónomos, los historiadores y los arqueólogos están equivocados en lo que respecta a fechar el año de ascenso de Nabucodonosor en el 605 a.e.c. Si el cuerpo gobernante de los testigos aceptara la fecha comprobada del 568 a.e.c., tendría que retrasar 20 años el tiempo del inicio de reinado de Cristo y pasarlo de 1914 a 1934. Pero dado que la fecha de 1914 es inamovible por encima de todo -ya que si se mueve se viene abajo la doctrina de que en 1919 Jesucristo nombró como su esclavo fiel y discreto a la junta directiva de la Watch Tower-, la organización religiosa se obliga a defenderla a capa y espada, aunque tal defensa carezca de lógica. Lo cierto es que todos los dogmas carecen de lógica y han de creerse porque sí. Si no, no serían dogmas.

En 2011 la Watch Tower publicó en dos ediciones consecutivas de la revista La Atalaya (concretamente la del 1 de Octubre y la de 1 de Noviembre), en el artículo ‘Cuándo fue destruída Jerusalén’, que, entre otras cuestiones, el 568 a.e.c. dado por los astrónomos para fechar el año 37 de Nabocodonosor estaba errado, aparte de que continúa defendiendo que Jerusalén fue destruida en el 607 a.e.c., cuando Nabucodonosor ni siquiera había subido al trono. Sin embargo en ambas publicaciones no se presentaron pruebas convincentes de lo contrario. Las hipotéticas pruebas son pobres y de fácil engaño para los lectores que no están documentados siquiera una ínfima parte acerca de la historia del imperio neobabilónico y de las tablillas cuneiformes descubiertas en territorios de Babilonia.

Los publicadores de La Atalaya se limitaron a insertar lo que dice un tal Rolf Furuli, aficionado a la Historia y la Astronomía, que fue profesor de lenguas semíticas en la Universidad de Oslo y quien de paso se ha hecho el hazmerreir de historiadores, arqueólogos y astrónomos. Furuli, que es testigo de Jehová, además de un perfecto desconocido para los adeptos, critica en sus obras a los historiadores, los arqueólogos y los astrónomos, tanto del presente como del pasado, y asegura que todos están equivocados al datar el ascenso de Nabucodonosor en el año 605 a.e.c.  Por supuesto, Furuli defiende desesperadamente la fecha del 588 a.e.c., no la del 568 a.e.c., como año 37 de Nabucodonosor, ya que, de no hacerlo, se vería en un serio compromiso con su organización religiosa.

Furuli no está de acuerdo con quienes dieron a conocer la fecha del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia, la cual sí es correcta para él, pero no las demás fechas que dan los científicos. Precisamente la fecha del 539 a.e.c. está corroborada por los 66 años de reinado de Nabucodonosor, Evil Merodac, Neriglisar, Labashi Marduk y Nabonido, partiendo del 605 a.e.c. en que Nabucodonosor subió al trono. 66 años aplicados al 605 (en este caso restados) llevan al 539 a.e.c.

Las dos aludidas ediciones de La Atalaya presentaban en realidad un ‘copia y pega’ de una de las obras de Furuli, adornado con explicaciones doctrinales típicas de la jerarquía de los testigos de Jehová. Estas explicaciones son asumidas por los adeptos como verdad de la Palabra de Dios, aunque estén equivocadas. La Watch Tower y el cuerpo gobernante de los testigos de Jehová sobresalen precisamente por cambiar constantemente los puntos de vista doctrinales o el entendimiento bíblico cuando las profecías que pregonan no se cumplen. Uno de los casos más sobresalientes es el cambio en el entendimiento de la generación de 1914, cuya no aceptación es motivo de expulsión de las filas congregacionales, con el consiguiente ostracismo de todos los demás miembros, amigos y familiares.    En las atalayas antedichas se expone (en realidad lo expone Furuli) que de los datos del diario astronómico VAT 4956 -que contiene 28 posiciones estelares y cuyo estudio profundo hizo que los astrónomos descubrieran que esas posiciones únicamente pudieron darse en el año 568 a.e.c.-, solamente son válidas las 13 posiciones que se refieren a la Luna. Furuli afirma de buenas a primeras que esas posiciones lunares se dieron en el año 588 a.e.c., que es el que la Watch Tower defiende como el año 37 de Nabucodonosor para que le coincida la fecha del 607 a.e.c. para la destrucción de Jerusalén.      


Sin embargo las posiciones que defiende Furuli para el año 588 a.e.c. difieren de las del año 568 a.e.c., por lo que no están de acuerdo con las que marca el diario VAT 4956. Para calcular el año 568 a.e.c. los astrónomos tuvieron en cuenta todas las posiciones de la tablilla, las cuales no se repiten hasta pasados 25.920 años. Desde los tiempos de Nabucodonosor apenas han transcurrido 2.600 años, por lo que el cálculo resulta sencillo para el programa informático utilizado por los astrónomos. Sin embargo las posiciones lunares solamente se repiten cada 18 años y 10 días, lo cual es llamado el ‘periodo Saros’. Desde el tiempo de Nabucodonosor, ¿cuántos periodos Saros de 18 años se han dado? Hablando en verdad, es imposible calcular la fecha del año 37 de Nabucodonosor basándose únicamente en las posiciones lunares de la tablilla.

Por otro lado, las posiciones lunares del año 568 a.e.c. se habrían repetido 18 años antes, es decir, en el 586 a.e.c., no en el 588 a.e.c. como afirma Furuli, quien se obliga a mantener esta última fecha para que no se le descuadre el argumento de su organización religiosa, que tiene que mantener por encima de todo que Jerusalén cayó en el 607 a.e.c., a fin de sumar los famosos 2.520 años que le llevan a 1914 como año del inicio del reinado de Cristo en los cielos, aunque en tiempos de Russell y Rutherford se afirmaba que ese reinado comenzó en 1874 y no en 1914. En 1914 lo que se esperaba era el Armagedón, como lo indican las publicaciones de aquellos tiempos.

Sin la fecha de 1914, tanto la Watch Tower como el cuerpo gobernante de los testigos de Jehová se encuentran perdidos. Por esa razón, aunque aceptan la fecha del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia, no pueden admitir bajo ningún concepto las demás fechas que demuestran los historiadores, los arqueólogos y los astrónomos, y mucho menos pueden reconocer como año científico absoluto el 568 a.e.c., que es aún más exacto que el propio 539 a.e.c. por estar comprobado astronómicamente. (Continúa en la parte 10).   

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