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Podemos, ganemos...

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Sol. ‘PODEMOS, a ver si nos damos cuenta, somos todos y cada uno de NOSOTROS’. Las proclamas neomarxistas del pablismo amenazan las más alfombradas, y apestadas, estancias del bipartidismo. Comoquiera que contribuyen a despertar del desinterés a la gente potencialmente de izquierdas que no vota-anarcoide, antisistémica y harta de estar harta, cansada de pudrirse ante la indiferencia de la vieja casta política-, las dos marcas que monopolizan en España, desde hace casi 40 años, la amplia pradera de voto que va del centro izquierda a la extrema izquierda, se ven en la obligación de reinventarse, resituarse, recomponerse. Y, a la vista está, les está costando pillar el paso al son desconcertante de este nuevo tambor. El PSOE de Pedro Sánchez, como producto legible y elegible, pese a no superar aún la categoría de conjetura comercial, abomina ya de cualquier aproximación al populismo radical. Susana, en su primer cumple, en cambio, rechaza pero no descarta. Cayo Lara, por su parte, al que las heridas de las batallitas internas están empezando a pasar factura, es tan consciente como sus dos colegas socialistas de que la masa abstencionista de izquierdas, que ocasionalmente les ‘prestó’ el voto, pudiera inclinarse por tiempo indeterminado hacia otros modelos asamblearios, visiones utópico-liberadoras de los movimientos sociales, siempre en red, que concentren voluntades y votos en una plaza poblada por gente anónima, o bien en una nube vetada a la obsolescencia de la plantilla funcionarial de la única izquierda conocida.La confluencia resulta una exigencia del guion si de veras anteponen una alternativa seria e inmediata al austericidio que se perpetra en España, ese que tanta admiración genera en la troika, hasta el punto de manejar, con gusto, la candidatura de nuestro ministro de Economía, Luis de Guindos, más papista que el Papa, a presidir el Eurogrupo.


La hipótesis de plataformas electorales de convergencia de la izquierda en aquellas ciudades en las que el PP suele ganar con cómodas mayorías absolutas se antoja la solución cortoplacista más práctica. La Izquierda Abierta de Llamazares flirtea con la Primavera Andaluza de Pilar González. La Equo de López de Uralde aprueba las bases. GANEMOS, copyright del PCE, se adelanta abanderando sueños como la alcaldía de Sevilla, con el presunto aval del ex defensor del Pueblo andaluz, José Chamizo. IU, públicamente, se suma. En Madrid, tras la barruntada espantada de Botella –Ana, que no Pepe-, ante la posibilidad cierta de que la derecha coja bríos abriendo cartel con Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes, en los cenáculos de la siniestra barajan ases en la manga como el exministro Ángel Gabilondo (¿reedición del beatífico alcalde-profesor Tierno?) o el mismísimo ángel caído, es decir, Pablo Iglesias. Un castillo en el aire que, desengáñese la errática progresía, constituye la única probabilidad de que el PP chupe banquillo en la mayor parte de las capitales. Por eso el PP considera vital reformar cuanto antes la Ley Electoral…

...o perdamos

Pero el PSOE antepone aparcar la iniciativa en el supuesto de que Rajoy persiga consensuar con ellos una regeneración democrática de guante blanco. Lo uno por lo otro. La tesitura del PSOE: pactar con el PP medidas de salvaguarda contra la corrupción, en aras de relanzar el bipartidismo, o dejarse llevar por la corriente turbulenta de una revisión actualizada del frentepopulismo. ¿Lo imaginan aquí, en Jaén, gallinero de una izquierda donde demasiados pollos corren sin cabeza? La dirección del PSOE, convencida a base de encuestas de que el 24-M pintan bastos, al tiempo que empeñada en celebrar primarias unívocas -19 de octubre-, refunde las adocenadas aspiraciones de Fernández Palomino y Valdivielso en la candidatura del ‘tapado’ del aparato –otrora barajado, luego hibernado y ahora recuperado-, Julio Millán: un proyecto joven, a medio plazo, preprogramado –como ZP en su día- para opositar.Calahorro, así, usado, ninguneado, anuncia su legítimo derecho al pataleo.En la IU de aguileras y trastámaras, mientras,Pablo Foche, sustituto de Isabel Mateos, no ansía la nominación. Solo la convergencia de todas las izquierdas, pues, haría verosímil una derrota del PP.El dubitativo Fernández de Moya lo sabe. Tendrá que ser, por más que no le apetezca en absoluto. Comido por el déficit y con el rojerío rearmándose, sin plumas y cacareando. Malditas las ganas, un poner, el viernes, de presentar el Festival de Otoño junto a un Paco Reyes que, invitado in extremis, sacaba pechito por sufragar casi la mitad del presupuesto. Mas nunca rehuirá su responsabilidad. José Enrique, honorable padre de familia español, jaenero hasta la médula, no podría sucumbir al desaliento.

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