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No había nacido aún, pero algo oí. Supe que los hubo que hicieron campaña contra la autonomía enarbolando entonces una bandera distinta a la que, durante más de tres décadas, dijeron defender. Esos estaban en los extremos, pese a adelantarse ya algunos a esos recientes cantos de sirena de quienes se

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No había nacido aún, pero algo oí. Supe que los hubo que hicieron campaña contra la autonomía enarbolando entonces una bandera distinta a la que, durante más de tres décadas, dijeron defender. Esos estaban en los extremos, pese a adelantarse ya algunos a esos recientes cantos de sirena de quienes se dicen en el Centro; ni lo estaban muchos de aquellos como no lo están muchos de los de ahora.

Pero Andalucía pudo. Y el blanco y verde que era gris en los 80 se ha transformado en color. Existen problemas, claro; de nada sirve la autocomplacencia. Pero la de hoy no es la antigua Andalucía, por mucho que lo intenten quienes pretenden seguir atando dogales al cuello de los andaluces. Es necesario por ello seguir enarbolando aquella bandera blanca y verde que ondeó color esperanza hace casi 35 años; son necesarios gestos como el protagonizado esta semana en el congreso por el diputado andaluz Manuel Pezzi. Cara desencajada, sí, como aquellas del 28 de Febrero de 1980.

La pasada semana ya comenté el castigo al que nos someten los conservadores del norte cada vez que se jactan de nosotros. Esos que, pese a haberse llevado en algunos casos mucho más que Andalucía, no están dispuestos a reconocer que Andalucía no podía competir en igualdad de condiciones por el yugo de la historia de señoritos y terratenientes de esta tierra.

Hoy Andalucía es una tierra de oportunidades. Con serios problemas estructurales. Para combatirlos, de nada servirá la demagogia, y sí el trabajo. Feliz Día de Andalucía a todos.

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