Jerez

Mariano Cohn y Gastón Duprat relatan cómo la sensatez se ha ido a la mierda

Duprat y Cohn forman una de las duplas más interesantes del reciente cine argentino. Su salto a la televisión nos depara ahora otro ejercicio de lucidez

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Antonio Dumas es una autoridad dentro del mundo del arte, a la par que un tipo singular, de los que saben situarse intelectualmente por encima de los demás y, a ratos, rayano en lo despreciable. Pero, por encima de todo, hace gala de una extraordinaria sensatez, estrechamente vinculada a su propia formación académica y su supuesta amplia experiencia vital. Es un hombre de mundo, que sabe dominar las situaciones, aunque incapaz de dominar un irrefrenable egoísmo, tal y como demuestra para con su mismo hijo.

Son algunas de las pinceladas a partir de las cuales el excelente actor argentino Óscar Martínez construye al personaje protagonista de Bellas Artes, miniserie recién estrenada por Movistar + y en la que encarna al recién elegido director del Museo Iberoamericano de Arte Contemporáneo de Madrid. Al frente de la serie, la dupla, también argentina, formada por los directores y guionistas Gastón Duprat y Mariano Cohn, conocidos por sus divertidas y despiadadas creaciones, y que reivindican en este caso su talento a la hora de soltar mandobles, uno tras otro, contra todo lo políticamente correcto en el preciso momento en que el mundo parece irse a la mierda a causa de esa misma corrección que coarta y cancela lo que no encaja en un peligroso revisionismo de la historia, la cultura o el arte.

Duprat y Cohn, que ya nos entusiasmaron con la corrosiva El encargado, estrenada hace un par de años con Guillermo Francela de protagonista, incorporan ahora a uno de sus actores cinematográficos fetiche, el citado Óscar Martínez -presente en sus películas El ciudadano ilustre y Competencia oficial- para levantar esta punzante, divertida y a ratos bestia serie en la que no dejan títere con cabeza, desde el movimiento woke, al buenismo reinante, desde los colectivos protesta -sensacional el sueño en el que ejecuta a dos activistas que sabotean un Picasso de su museo- a los políticos ignorantes que manejan los hilos de la cultura.

En realidad, el Antonio Dumas de la serie, con todos sus defectos -genial su afición a los vídeos de gatitos en tik tok-, no deja de ser una especie en extinción, alguien con capacidad intelectual y moral para enfrentar una realidad que se nos ha ido de las manos y en la que la estupidez circula como un virus contra el que no hay más antídoto que el que cada uno tengamos ocasión de aplicar según las circunstancias. En las del mundo del arte parecen no tener limites.

 

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