El Jueves

Muera la vida

El dolor moral infligido por vuestro fanatismo, ceguera moral e intolerancia al niño enfermo y a sus familiares no tiene cura

  • El dolor moral infligido por vuestro fanatismo, ceguera moral e intolerancia al niño enfermo y a sus familiares no tiene cura

Es 12 de octubre cuando me siento a escribir esta columna semanal. Y fue un día como el de hoy pero del año 1936 y en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca donde tuvo lugar un desagradable enfrentamiento entre el general Millán Astray y el filósofo y rector de aquella universidad, Miguel de Unamuno. A pesar de que este último se mordía la lengua para no intervenir, no pudo soportar escuchar el grito de “Viva la muerte”, que identifica a la Legión, e improvisó en su discurso la siguiente frase: “”Acabo de oír el necrófilo e insensato grito “¡Viva la muerte!”. Esto me suena lo mismo que “¡Muera la vida!”.

No crean que todo esto viene al caso con el día de celebración nacional de hoy -aunque pudiéramos hablar mucho de esto- ni por dejarles referencias veladas a catalanes y vascos, tildándolos de anti-españoles, tal como también se dijo en aquella lejana mañana del 36 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en palabras del profesor Francisco Maldonado. No, viene a otra cosa de nuestros días, mucho o al menos tan triste y lamentable como esto.

Unos toreros, esos seres tan perversos que dejan unos pingües beneficios a la economía española y mantienen no sólo una fiesta nacional (que nadie lo dude) sino también a un importante número de familias y negocios, sí, esos seres tan horrorosos han organizado un festival para ayudar a un niño enfermo. Lo saben, ¿no? Los toreros, esos insensatos que sólo miran por su beneficio, han ayudado a alguien.
¡Dios mío, pero a quién se le ocurre en este país hacer algo así!

Inmediatamente ha salido como un resorte ese coro de anti taurinos que en un similar grito de ¡Muera la Vida! ha deseado lo peor que pueda desearse para un ser humano. La talla moral queda en entredicho. Defienden la vida de los animales, pero han promulgado la muerte de un semejante. ¿Comprenden ahora que comenzara mis líneas con ese episodio de Millán Astray y Unamuno?

Lo he dicho ya en muchas ocasiones: la intervención de la Justicia en las redes sociales ante hechos de este tipo debe ser fulminante. Desear la muerte a un niño (enfermo o no) hace que sean innumerables los calificativos que se me vienen a la boca para esa señora, pero mejor me los reservo. No seré yo quien un día tenga que arrepentirme por haber dicho lo que mi moral no me aconseja.

El dolor moral infligido por vuestro fanatismo, ceguera moral e intolerancia al niño enfermo y a sus familiares no tiene cura. Ni aunque le organicen otro festival taurino. Es irreparable.

Que Dios os perdone.

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