El Jueves

Minutos

Nos hemos distraído en la pérdida o en la consecución de ¡1 minuto! entre hermandades. Discutir y reunirse para tan sólo 60 segundos de tiempo es algo que, al que nos vea desde fuera de este circo llamado Semana Santa, le tiene que producir risa.

Llevamos escuchando desde hace ya mucho tiempo acuerdos sobre los minutos que cada cofradía tendrá para pasar por la Carrera Oficial en la Semana Santa que va a comenzar dentro de poco más de 72 horas. Hemos sido testigos indirectos, a través de los medios de comunicación, de discusiones, acuerdos que llegan, desacuerdos que aparecen y acuerdos que vuelven a llegar; sesudas reuniones de diputados mayores de gobierno con delegados del Consejo; más reuniones, de hermanos mayores alrededor de un fraternal almuerzo; decisiones finales que llegan a la prensa con el bombo y boato de un acuerdo de paz entre naciones; aprobaciones de la autoridad eclesiástica… en fin, un culebrón alrededor de las manillas de un ficticio reloj, del que ninguno de los mortales nos acordaremos dentro de tres días, cuando nos crucemos al primer nazareno por una calle.

Sin entrar en lo sucedido en la Madrugada, donde ha habido posturas difíciles de entender para los que estamos ajenos a estas negociaciones de tanto calado para el futuro de la humanidad; sin entrar en tan conflictiva jornada, en la se han visto intereses maquiavélicos y la suciedad de debajo de la alfombra; sin entrar, insisto, en esa noche en la que la buena voluntad me temo que se quedará durmiendo; he visto acuerdos minuteros propios del Gran Libro del Absurdo, si es que existe este libro.

Nos hemos distraído en la pérdida o en la consecución de ¡1 minuto! entre hermandades. Discutir y reunirse para tan sólo 60 segundos de tiempo es algo que, al que nos vea desde fuera de este circo llamado Semana Santa, le tiene que producir risa. A mí la que me ha producido la carcajada más sonora ha sido la concesión a una hermandad, la última de su día, de 1 minuto más de paso por la Carrera Oficial. A ver, pero si es la última… ¿qué más dará?

Ayer, cuando escribía esta columna, pensaba en el tiempo, en la trascendencia de un minuto en nuestras vidas. Y es en el tiempo en el que deberían pensar todos los que han participado,de alguna u otra forma, en este grotesco espectáculo que damos los cofrades.

Pero no se confundan: no al tiempo del tránsito por la Carrera Oficial, sino a los tremendos 8 minutos que dicen que ha durado la caída del avión estrellado en los Alpes franceses y a la memoria de las víctimas. Esos si que son unos minutos transcendentes y difíciles. Los últimos minutos -crueles- para la vida de estas personas. Y para el recuerdo de sus seres queridos.

Minutos, minutos y más minutos. ¿Cuándo vale, de verdad, un minuto en nuestras vidas?

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