El estío

El verano es alegre pero a la vez peligroso. La solana puede tener los mismos efectos secundarios que el medicamento que toma Trump para contener la alopecia

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Llegó el solsticio de verano cuando ya las temperaturas hacía un mes que habían decretado la temporada estival. En nuestro idioma, como en todos, las palabras tienen ascendencia, y los padres de “solsticio” son las palabras griegas “sol” y “sistere” que quiere decir “permanecer quieto”, que es lo mejor que se puede hacer  durante la canícula.

La obstinada temporada veraniega atrae, a mis apacibles playas paleñas, a multitud de foráneos, ya sean de otros barrios de Málaga adentro, de otras ciudades españolas o de otros países, los llamados guiris, que se les distingue por comer y cenar espetos dos horas antes que los nacionales, aunque aún el dios Helios esté lanzando sus incandescentes rayos. 

Desde mi ventana miro el mar de nuestra bahía y está como un plato, más bien diría como un plato del cocido: a rebosar de bañistas como garbanzos flotando en el caldo. La playa está plagada de sombrillas, que son como setas irisadas, y de jaimas, que ahora están de moda. Algunas parecen salitas por su mobiliario y sus ocupantes son nómadas que hacen diariamente la misma  ruta: casa-playa y viceversa. El paseo, con la arena in crescendo a lo largo del día, cuajado de mesas de los chiringuitos y de gente que va de acá para allá, cargadas con los aprestos para el baño. Se trasiega sin parar con bebidas y “pescaitos” hasta bien entrada la noche. Y así, un día tras otro hasta que termina el verano que comienza con el equinoccio de otoño, a finales de septiembre, vamos.

El verano es alegre, pero a la vez es peligroso. La solana puede tener los mismos efectos secundarios que el medicamento que toma Trump para contener la alopecia, ataca también al cerebro. Hay quién tiene la teoría de que en Málaga se dan muchos locos a causa del sol y el “pirriaqui”; pero para estar loco no hace falta venir a Málaga a “soplar” tomando el sol, ya hay muchos por el mundo sin pasar por las playas del Palo. Por ejemplo, el demócrata presidente Maduro que se ha dejado caer con que lo que no se gana en las urnas hay que ganarlo con las armas ¿Le habrá aconsejado eso su asesor Monedero?
En “El chipirón colorao”, Rafael ha sacado algunas mesas y sillas a la acera. No puede desaprovechar la temporada alta para hacer caja. A Lucio y a mí nos ha reservado una. Las demás están llenas de veraneantes que hablan a voces. Lucio me comenta: fíjate, Juan, todo estos veraneantes repiten siempre lo mismo: “lo estoy pasando como nunca”. Creo que “Nunca” debe de ser El Palo y sus playas, porque cada año que vienen dicen lo mismo.

Y entre tintos con casera y unos espetos nos llegó la hora plasta de la siesta.

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