El jardín chino

Lo que está pasando en el PSOE es la muestra de la idiosincrasia de nuestro país

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Dicen que la primavera la sangre altera y, según mi querido amigo Lucio, en España, sin gozar de una eterna primavera, sí que tenemos una permanente alteración sanguínea. Aquí no se disiente, ni se discute, ni se contraponen ideas, aquí nos enervamos acumulando la mayor cantidad de tirria posible contra el que no piensa igual que nosotros o no actúa según nuestros cánones de conducta.

En aquella generación que vivió a caballo entre la dictadura y la democracia, caló aquello de “libertad sin ira” que cantaba Jarcha. Hoy, una o dos generaciones después, estamos más cerca de Richard Burton en aquella película, basada en la obra de teatro de John Osborne, “Look back in anger”, cuya traducción es “mirar atrás con ira”. Quizá, mejor que ira, sería traducir enojo. En España todo el mundo está enojado. Todos con la corrupción. Media Cataluña con la otra media. Toda Cataluña con el resto de España. Todas las Autonomías contra todas las demás por cuestión del Presupuesto Nacional. Medio PSOE con el otro medio por Pedrito, el niño maldito, y yo mismo le he tomado una tirria a mi vecino de arriba que no lo aguanto.

Me decía mi amigo Lucio que en España no hace falta que tengamos esta maravillosa primavera de la que ya disfrutamos en Málaga para enojarnos y estar con mala leche. Lo que está pasando en el PSOE es la muestra de la idiosincrasia de nuestro país. Sus militantes han tomado partido con tanta virulencia como los ultras de los equipos de futbol. Pedristas contra Susanistas y Susanistas contra Pedristas ¿Alguno por casualidad ha pensado que quienes salvarán o hundirán al PSOE seremos los votantes? La mitad de los militantes apoyan a Pedro Sánchez porque en su ideario está recuperar la izquierda marxista que hace medio siglo el PSOE arrumbó en favor de la socialdemocracia europea ¿Pero se han preguntado si eso es lo que quieren los votantes tradicionales del PSOE? Que le echen un vistazo a los resultados de las últimas elecciones con Sánchez y mediten. Pero me temo, seguía Lucio con su razonamiento, que la brecha se ha trasladado a ser también una ruptura territorial: catalanes con Pedro, más proclive al referéndum catalán, y andaluces con Susana más en línea con la socialdemocracia centrista.

Pero tengamos esperanza, Juan, que la esperanza es lo último que se pierde. Sí, amigo Lucio, pero me da a mí que la esperanza es como un analgésico, que alivia pero no cura. ¡Ay, Juan! Cuán razón llevas. España se nos ha caído y se ha roto y, como un jarrón chino, por mucho que pegues los trozos, ni se queda igual ni, por mucha dinastía Ming a la que pertenezca, volverá a tener el valor que tenía cuando estaba nuevo.

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