Vaya un mes de mayo calentito, y no me refiero al tiempo sino al clima político que nos envuelve. Estamos inmersos en una vorágine sin precedentes donde los casos de corrupción que afectan a los partidos están saltando a la palestra una y otra vez, solo con el único deseo de desalojar del poder a los que legítimamente lo han conseguido por el deseo de los españoles.
Contemplamos con asombro como los que no han sido capaces de gobernar a través de las urnas, se valen de medios que la Constitución les proporciona para regir comunidades, diputaciones y ayuntamientos pensando en su propio interés, en el del partido que representan; este es el caso de Podemos, que anuncia una moción de censura contra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sin contar con el apoyo de ninguno de los partidos que forman el hemiciclo y sin ni siquiera haber consultado a priori.
Habrá que esperar a ver si tienen bemoles de presentar la moción y que se peguen un “podemazo” que haga saltar por los aires ese conglomerado de algunos mastuerzos que forman la plataforma.
Sin embargo, cualquier analista político puede deducir que la moción no va contra el Partido Popular, sino contra el PSOE que es, como primer partido de la oposición, a quién corresponde hacerlo y no al podemita que, para mayor gloria y nombre de su Iglesia, pretende engullirse al Partido Socialista como ha hecho con Izquierda Unida.
Por otra parte, el Partido Socialista va a presentar en la Comunidad de Madrid otra moción de censura contra Cristina Cifuentes a sabiendas del fracaso que les espera, cuando sería más conveniente que se ocupasen de curar las heridas que tiene el partido, no solamente roto sino destrozado en mil pedazos y volver a ser aquel que dejó Isidoro.
Lamentablemente para el pueblo español, ha aparecido en nuestra geografía una serie de individuos altaneros, granujas, corruptos, rufianes… que han convertido la política nacional en las más miserables de las actividades, aunque nos queda la esperanza de que el tiempo todo lo cure.
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