Si hay luz al final del túnel es la pregunta que nos estamos haciendo todos los españoles sobre si habrá o no habrá gobierno este verano. Personalmente creo que sí, aunque para que ello ocurra será necesario que Rivera y su partido pasen de la abstención al sí quiero, y que Sánchez y los suyos, o algunos de ellos, pasen del no quiero a la abstención.
Confío en que así ocurra, a pesar de las dudas que a veces me asaltan como si el túnel no estuviera acabado de perforar. Analicemos las consecuencias de unas nuevas elecciones, empezando por el coste que nos supondrá a cada uno de nosotros, el ridículo en Europa, la no aprobación de los Presupuestos Generales acompañada de la multa de 6000 millones de euros que nos impondrá la Unión Europea, la paralización del empleo, la congelación de las pensiones y del sueldo de los funcionarios, la falta de inversiones y la espantada de capitales.
Por activa y por pasiva las dos palabras más utilizadas por los políticos. Pónganse de acuerdo de una puñetera vez, dejen el partidismo a un lado y piensen más en los intereses generales. Está comprobada la ruindad de la mayoría de nuestros políticos, que no son capaces o no les interesa ver el resultado de las elecciones.
El PP tiene 137 diputados en el Congreso, a mucha distancia del resto de partidos, y es a quién le corresponde gobernar porque así lo han decidido los españoles. Ciudadanos se presenta como el partido de la generosidad, amoroso, comprensivo y tímido, que no se atreve a dar el salto definitivo.
Los socialistas en cambio son egoístas y obstinados, cuyo fracaso en las urnas les ha llevado a desarrollar un odio perverso hacia sus rivales políticos desde hace más de 30 años. Mientras tanto, el zorro del hemiciclo espera en silencio y agazapado a que se abra la puerta del gallinero para tirarse a la yugular de sus moradores… ya saben a quién me refiero.
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