El Dedo

Pedro y Pablo

La euforia no puede ser mayor entre los socialistas, que han sido invitados a una competición de estilo libre dentro de una piscina sin línea de llegada y, además, vacía

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Después de 45 días esperando angustiosamente que el líder del Partido Popular se decidiese a formar gobierno, ha resultado que era imposible, que no tenía el respaldo necesario para alcanzar una mayoría suficiente. Ante esta actitud, el Jefe del Estado se ha visto obligado a nombrar candidato a Pedro Sánchez.

La euforia no puede ser mayor entre los socialistas, que han sido invitados a una competición de estilo libre dentro de una piscina sin línea de llegada y, además, vacía. A Pedro, aquel que negó tres veces antes de que cantara el gallo, su jefe lo perdonó; pero a este Pedro, su jefe en funciones no lo va a perdonar después de haberlo negado hasta 17 veces y, salvo que por ambición personal pacte con el mismísimo diablo, lo estoy viendo cantando la gallina.

No es de recibo que ahora quiera dialogar con la oposición cuando durante 45 días les ha estado anhelando el pan y la sal.

No es de recibo que ahora se acuerde de los más de 7 millones de españoles que han votado a Mariano Rajoy.

No es de recibo que con 89 diputados se pretenda ser presidente del Gobierno, pero es tanto el miedo que tiene a ser destituido -que lo va a ser en el próximo congreso del Partido Socialista en el mes de mayo- que será capaz de arruinar la vida a 47 millones de españoles en su propio beneficio.

A este pretendido adalid de la democracia, a este pretendido adalid del progreso y del cambio, a este pretendido adalid sobre el que cabalga el podemita, le va a ocurrir lo mismo que en la fábula de la rana y el escorpión, aunque en una nueva versión donde Pablo Iglesias lleva salvavidas.

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