Editorial Sevilla

El mínimo esfuerzo

Con la medida de otorgar la gratuidad de la matrícula a quien apruebe con un 5 se implanta la ley del mínimo esfuerzo en las aulas

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Susana Díaz, que necesita mejorar su imagen y afianzar su feudo andaluz  tras su contundente derrota en las primarias del PSOE, ha anunciado la gratuidad de la matrícula universitaria  para los estudiantes que aprueben con un 5. La medida costará 29 millones de euros a la Hacienda autonómica, que ya debe 278 millones al sistema universitario. La presidenta ha dicho que con ello trata de “primar y premiar el esfuerzo, a quien se esfuerza, quien trabaja y quien aprueba”.

Al contrario. Hasta ahora se premiaba con la gratuidad el sobreesfuerzo de quien obtenía matrícula de honor, que era incluso más que un 10, pero con esta iniciativa se lanza el mensaje de que basta con obtener un suficiente para ser premiado. ¿Acaso no es obligación del alumno aprobar ? ¿Se debe premiar sólo por cumplir el deber?

La medida, de tinte populista y camuflada en el envoltorio de la gratuidad de la enseñanza para todos (se podría haber rebajado el coste de las matrículas o incrementado el número de becas), supone la rebaja del nivel de exigencia universitario a la mitad: de la excelencia de la máxima nota para el premio de la matrícula gratis a la mediocridad del simple aprobado. ¿Para qué esforzarse más? De esta manera, salvo por dignidad personal, ningún estudiante tendrá un estímulo para exigirse más y dar lo mejor de sí mismo. En Andalucía nos conformamos con lo mínimo en vez de aspirar a lo máximo.

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