El Gobierno que viene

Una sociedad vapuleada por una crisis en la que políticos y banqueros salieron beneficiados a expensas de normas jurídicas de contenido dudosamente justo

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Lo que el gobierno que viene debería hacer, despejada ya, si es que está, esta situación de provisionalidad en que la clase política nos ha mantenido estos meses, sería la de acometer las reformas legislativas necesarias que desde hace ya bastantes años necesita nuestro ordenamiento jurídico para poder llamarse ese estado social y democrático de derecho que la Constitución define y que ahora ha resultado no ser.


La democracia exige libertad y la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana actualmente vigente no permite a las personas expresarse públicamente en la calle sin la amenaza de multas y sanciones penales que van mucho más allá de las exigencias democráticas de una sociedad vapuleada por una crisis en la que políticos y banqueros salieron beneficiados a expensas de normas jurídicas de contenido dudosamente justo.

La necesidad de que un voto tenga la misma validez en todo el territorio español y no dependa de fórmulas inventadas por un señor llamado D´Hont que hasta el profesorado se ve incapacitado de explicar y que ha podido corregirse estos días, pero vuelve a posdatarse desde los inicios de la transición política, da que pensar que seguramente esos cambios legislativos tardarán, si es que alguna vez llegan a producirse, pero no habrá argumentos razonables para haber dejado de hacerlo.

Y, lo que es fundamental, la reforma constitucional, que desde la década de los noventa ya se consideró necesaria desde la dogmática jurídica pero que se ha venido negando sistemáticamente por el partido que seguramente gobernará desde la semana próxima. Entrados en el siglo XXI, muchas instituciones han mostrado su disfuncionalidad y otras exigen una reforma desde un texto constitucional nuevo, para no desvirtuar sus funciones ni finalidades mediante desarrollos legislativos que obedecen a los intereses de partidos políticos que en ese momento sustentan a gobiernos de mayorías suficientes.

Si nada de esto se hace, y seguramente no se hará, habremos dado una preciosa vuelta como el bolero de Ravel, para llegar al mismo escenario en algunos años, o a otro peor, quién lo sabe.

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