De incógnito

Pasito a pasito

Lo malo de la dita no es que te cobren intereses por prestarte el dinero, sino lo que lleva implícito, y si no búsquenlo en la RAE, que lo hagan sin que el cliente lo sepa...

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En medio de esta vorágine electoral en la que nos han metido los políticos -además de la cita del domingo, nos quedan las generales y puede que repetir las andaluzas, aunque les apuesto cinco duros a que no las habrá- permítanme que destaque una noticia que a mí me ha dado un pelín de esperanzas y que es una de mis obsesiones: han multado a cinco de los más grandes bancos del mundo por engañar a sus clientes.

Sí, ya sé que soy una pesada, pero les recuerdo que parte de nuestra economía (esa que dicen que ahora va bien...) está lastrada por 60.000 millones de euros de rescate bancario y a cualquier españolito de a pie le siguen cobrando comisiones abusivas, le cuesta una odiesa judicial que le quiten las cláusulas suelo usureras que mantienen con todo el morro los bancos y hay miles y miles de preferentistas (y accionistas obligados) que todavía siguen sin poder recuperar sus ahorros. En fin, que para mí es un pasito.

Hubo una vez un ditero que cayó simpático e incluso fue dueño absoluto de un equipo de fútbol. Como más de un directivo del corrupto mundo del fútbol, será la justicia la que dictamine, pero ese espíritu ditero es el que tenemos aceptado como la cosa más normal del mundo. Lo malo de la dita no es que te cobren intereses por prestarte el dinero, sino lo que lleva implícito, y si no búsquenlo en la RAE, que lo hagan sin que el cliente lo sepa. ¿Les suena? La profesión ha quedado en desuso, en parte porque la oficina de la caja de toda la vida se ha convertido en nuestro particular ditero, ese que ahora ha encontrado en el mundo del seguro (dental, del coche, de la casa) el método perfecto para seguir jugando con nuestro dinero, obteniendo beneficios a espuertas y dejándonos pocos beneficios.

Pero en medio del ditero y la presión aseguradora actual ha habido una buena colección de bancos y cajas de ahorro (que siguen integradas en los nuevos bancos y éstos son los responsables de sus acciones) que han abusado (y siguen) del cliente de una manera tan vil que se merecen una lección, porque aunque no hayan mandado al matón de turno a rompernos las piernas porque no pagábamos la letra, sí que han utilizado todos los subterfugios legales habidos y por haber para hacernos esclavos en tiempos modernos. Cadenas siempre ha habido muchas, pero una forma de romperlas es, si no cambian las leyes, obligándoles en lo que más les duele: el dinero. 

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