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Soñar un tren

Málaga pide un tren que ate los campos de golf con el puerto y el aeropuerto, un tren que siembre de parques tecnológicos su tierra...

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A finales de los 80, bajo su segundo gobierno socialista, España caminaba en paz consigo misma. Aquel gobierno programó la llegada de la alta velocidad a España y apostó por Andalucía. Su decisión arriesgada fue que la primera línea no iría de Madrid a Paris, ni a Lisboa, ni siquiera hacia Barcelona. El primer trayecto del Ave en España se proyectó de Madrid a Sevilla y unos trenes picopatos comenzaron a rasgar el aire de la mancha camino del Guadalquivir, recortando por el valle de Alcudia. 

Málaga se benefició del primer Ave gracias a haber nacido andaluza. Y gracias también a que había un tren muy raro al que llamaban Talgo. Era un tren que primero en Córdoba y tiempo después en Antequera, cambiaba de ancho de vía como si nada, como quien no quiere la cosa. En aquel tiempo a las recién nacidas autonomías todavía no les habían crecido las consejerías en organismos, agencias y gerencias. Un solo equipo técnico bastó para decidir por donde dibujar una raya y presupuestar una partida. 

Han pasado 25 años de aquellos chistes del “mancuentro en el Ave". Potentes viaductos dibujan rectas contra las sinuosas líneas del valle del Guadalhorce y ponen Málaga y Antequera a la distancia de un café. Conviene recordar ahora aquella “real polític”, porque para poner a Málaga en el XXI hace falta algo más que gastronomía. Hace falta un político que se atreva a abanderar un tren por la costa. Un tren que entre tanta montaña y urbanizaciones, tendrá que ser elevado. Un político que traiga un tren y nos deje a todos con la boca abierta.

En tiempos de la República se perforó el corazón de Madrid, para construir las estaciones subterráneas de Recoletos y Nuevos Ministerios. Durante los siguientes 30 años aquella obra fue olvidada y despreciada por los madrileños, recibiendo el sobrenombre cariñoso de “El Túnel de la Risa”. Desde los 90, los cercanías se alargan desde Segovia hasta Toledo y Guadalajara adelantando a los coches bajo el Paseo de la Castellana con una sonrisa.

Málaga pide un tren que ate los campos de golf con el puerto y el aeropuerto, un tren que siembre de parques tecnológicos su tierra, un tren silencioso que sea la ventana por la que se asomen cinco millones de madrileños al Mediterráneo. Málaga tiene 120 kms de fachada marítima, es una ciudad larga que sueña un tren. ¿Quién quiere soñar política verdadera?

www.angelperezmora.com

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