Pedro, sin dudas

Rivera, cada día me gusta menos. Cuanto más firme y seguro se muestra, menos confianza me traslada

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Como dije tras el debate a tres de El País, el debate de Atresmedia a cuatro ha sido un éxito para la democracia. Este tipo de actos electorales se irán consolidando como un derecho de los electores, como una obligación de los aspirantes a ser elegidos. Cuando eso ocurra, ningún candidato podrá eludirlos, como está haciendo el cabeza de cartel del PP, Mariano Rajoy, en las presentes elecciones. Sólo el férreo control que ejerce este Gobierno sobre los medios explica la ausencia de críticas más duras a la tocata y fuga que está protagonizando un presidente del Gobierno muy ocupado entre partidos de futbolín y partidas de dominó y otras muchas cuestiones que salpican su apretada agenda de líder del mundo mundial. En este contexto de cuidadín, cuidadín, se entiende que Soraya Sáenz de Santamaría, que actuó en el papel estelar del Romeva de Rajoy, salga ilesa, mediáticamente hablando, de la justificación que esgrimió para salvarle el culo a su jefe de filas: “Estoy aquí porque el PP es un equipo con un líder seguro”. Pero Sorayita no sólo salvó esta situación inicial sino todo el debate con nota. Pese a que estuvo más bien apurada, sobre todo en apartado de lucha contra la corrupción, y sin la finura que exhibe en las sesiones de control al Gobierno, la vice salió ganadora para los medios de la derecha, incluido El Mundo, que sudó la camiseta más que ABC y La Razón en esta ocasión con un director entregado a la causa sin complejos. Estos mismos medios, claro está, pusieron la peor nota al candidato socialista, Pedro Sánchez, elogiaron a Iglesias por un discurso que gustó a los suyos y subrayaron los nervios de Rivera. Más o menos la misma lectura que hizo el Gobierno a través de una filtración de urgencia de la que informó una redactora de La Sexta desde Algeciras. La Sexta, por cierto, sudó también lo suyo para intentar dejar clara una victoria de Iglesias en el debate. Tras su metedura de pata con la independencia andaluza del 4 de diciembre y varios episodios más de demagogia en vena, ni Jordi Évole, un entusiasta de la causa podemista, se lo arregló. En cuanto a Rivera, cada día me gusta menos. Cuanto más firme y seguro se muestra, menos confianza me traslada. Pero no dejo de reconocerle el liderazgo sobre una derecha más civilizada y europea. Si lo que se trataba era de dilucidar quién daba el mejor perfil presidencial, Pedro Sánchez ganó sin ningún género de dudas. 

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