Una de moderación

Sánchez acertó de todas, todas en el arranque al prescindir de un ataque a la yugular del presidente del Gobierno. Ya tendrá tiempo de saborear la sangre de horchata de su contrincante

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En su debut con picadores en el Congreso, en el primer mano a mano con Rajoy, el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, pudo defraudar a quienes esperaban de él una exhibición de colmillo para empezar, una puesta en escena a porta gayola. El ‘efecto Podemos’ está afectando tanto a los socialistas que entre ellos hay una cierta urgencia por tapar la fuga de votos con una radicalización del lenguaje y de los mensajes.
Sin embargo, Sánchez acertó de todas, todas en el arranque al prescindir de un ataque a la yugular del presidente del Gobierno. Ya tendrá tiempo de saborear la sangre de horchata de su contrincante. Salió a empatar y empató. Marcó con claridad y buenas maneras el futuro territorio de una pelea parlamentaria que no ha hecho nada más que empezar.  Lo suyo fue un ejercicio de moderación en toda regla que tarde o temprano le dará réditos.
Pero eso no le impidió dejar unos cuantos recados con mucho recorrido. El más importante de todos tiene que ver con esa alergia que tiene el gallego por la calle y que le lleva desde hace tiempo a “vivir aislado en un oasis”. Es, en definitiva, una especie de principio de síndrome de La Moncloa, que la ciudadanía percibe nítidamente y que, posiblemente por eso, le ha dado al presidente del Gobierno un dos y pico de valoración en la última encuesta del CIS.
Después de este diagnóstico certero sobre Rajoy, el líder del PSOE rebajó la euforia del PP por “cuatro cifras macroeconómicas” constatando que esas “raíces vigorosas” no coinciden con una realidad de “menos trabajo y más pobreza laboral” que vive España en estos días que corren. 
Dicho esto, lanzó la primera batería de exigencias: “Derogar la reforma laboral, subir el Salario Mínimo, frenar la apisonadora de los derechos laborales, poner en marcha los motores de reindustrialización en nuestro país y evitar el exilio científico”.
Como era previsible, Rajoy le salió con la herencia de ZP, una línea argumental que, a estas alturas, ya empieza a oler lo suyo y que parece absolutamente amortizada. Y más si tenemos en cuenta que el PSOE ha hecho una profunda renovación para, entre otras muchas cosas, enterrar la etapa de las ocurrencias.
Además, para herencias, la que Rajoy está dejando a las clases medias españolas, empobrecidas hasta las trancas por unos recortes que han dejado al Estado del bienestar en purito hueso y a los bancos descojonados de satisfacción.

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