Cartas a Nacho

Balcón

Y la idea nacionalista ha quedado rebasada por la independentista. Habrá que volver al kilómetro cero si de verdad queremos resolver el enfrentamiento

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Si Rajoy es la principal fábrica de hacer independentistas, no hay dudas de que Puigdemont se las pinta solas para multiplicar españolistas. Es la “hiperirracionalidad” llevada al infinito. El mito del “seny” catalán hecho jirones. Mariano José de Larra y Enrique Jardiel Poncela revolviéndose en sus tumbas por no haber imaginado una dramaturgia tan absurda. Hay que releer a Tom Sharpe para encontrar algo parecido en su “Reunión tumultuosa”.

Puro vodevil, ejemplar comedia. Excelente serie de televisión que siempre mantiene la tensión en el espectador. Un nudo que promete resolverse en el siguiente capítulo, pero que en realidad, lo único que consigue es enredarse más.

El conflicto le viene dado a una sociedad cuando encuentra un enemigo. Un agente por el que esa colectividad se sienta amenazada. Es entonces cuando se cohesiona y se verbaliza “el nosotros” frente “al ellos”. La catalana y la española son comunidades fuertemente unidas por lazos familiares y culturales. El independentismo ha encontrado en los errores cometidos en los últimos años por el gobierno central la oportunidad de localizar al enemigo. Y la idea nacionalista ha quedado rebasada por la independentista. Habrá que volver al kilómetro cero si de verdad queremos resolver el enfrentamiento.

En esta sucesión de entrada y salida de actores, en este momento de la tragicomedia, surge el personaje más cuerdo, Jaume. Con una buena dosis de humor y sobre todo de una coherencia e inteligencia digna de toda admiración, Jaume ha decidido iniciar un proceso de autodeterminación por el que pueda independizarse de su comunidad de vecinos en pleno barrio de Sant Gervasi de Barcelona. Frente a la “revolución de las sonrisas” del proceso independentista catalán, él se ha empeñado con la del “balcón de la resistencia”.

Sus vídeos, ya virales en las redes sociales, muestran cómo cada noche ante las caceroladas del barrio de Sant Gervasi,  pone a todo volumen las canciones de Manolo Escobar y el himno de la Guardia Civil.  O también cómo organiza su propio referéndum, donde los casi veinte asistentes logran contar más de dos millones de votos. Votos que, por supuesto, dan la victoria al “sí”. Jaume, cada noche, desde su balcón barcelonés, nos muestra el absurdo, nos visualiza la situación a la que hemos llegado con una narrativa que emplea un estilo netamente español, el de la ironía. Una lástima que en esta esperpéntica obra de teatro no tengamos más actores en ambos lados de la talla de Jaume, el héroe del “balcón de la resistencia”.

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