Hace diez años Huelva sufrió su mayor desastre forestal con un incendio que devoró 35.000 hectáreas en una tarde aciaga en la que el fuego dejó, por añadidura, dos víctimas mortales, dos personas que no pudieron escapar de aquel infierno. Un día inolvidable para los que vivieron el peligro de las llamas de cerca, para quienes tuvieron que abandonar sus casas para escapar de las llamas, y vieron, en muchos casos al regresar, cómo el incendio se había llevado sus animales y sus fincas de alcornocales. Muchos consideran, por lo que se tarda en recuperar el arbolado que se llevó el fuego, que aquel día se quemó también un modo de vida, una explotación tradicional de la tierra difícil de recuperar, pese a los esfuerzos y las inversiones realizadas en esta década por las administraciones. Así, destacan los aproximadamente 70 millones aportados por el gobierno andaluz para la creación de cortafuegos, así como la repoblación y reconstrucción en la zona. El azar ha querido que, precisamente este domingo, cuando se cumplían esos diez años, que en muchos casos no han borrado de la mente de multitud de onubenses la tragedia sufrida, saltaron todas las alarmas por un fuego de considerables dimensiones y que ha requerido la movilización de muchos medios humanos, técnicos y mecánicos, en Almonaster, que viene a poner de relieve, que nunca hay que bajar la guardia ante el fuego.
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