En el Centro Cultural Baños Árabes, y hasta el 30 de noviembre, se puede disfrutar de la exposición “Cementerio Viejo. Arquitectura para la muerte”. A través de treinta fotografías, se realiza un recorrido singular por el Cementerio de San Eufrasio de Jaén, conociéndolo desde la óptica particular de diferentes autores que han reflejado detalles muy concretos o visiones que, seguramente, en un paseo individual por el mismo, serían difíciles de descubrir. Las fotografías son fruto de un trabajo de inventariado de la arquitectura y elementos de dicho cementerio, realizado durante meses por decenas de voluntarios de los colectivos fotográficos “Santo Reino” y “18 mm”, y la colaboración de las asociaciones culturales IUVENTA y Patmos. La exposición está organizada por el proyecto “Jaén Genuino”, de Viva Jaén. No obstante, las fotografías expuestas no son las propias del inventario, sino que tienen un carácter más artístico ya que, inevitable y afortunadamente, se gestaron en la realización del mismo, quedando plasmada la sensibilidad de los autores a través de los momentos o detalles que han robado al tiempo. El carácter reivindicativo de muchas de ellas también es manifiesto y de agradecer.
El valor arquitectónico, cultural, etnológico… de este camposanto siempre fue evidente, aunque no faltaron los que cuestionaron su valor no hace tanto. Incluso todavía encontramos a quienes no captan la potencialidad turístico-cultural de un espacio tan proclive al denominado como tanatoturismo o turismo por espacios dedicados a la muerte. Un tipo de turismo muy antiguo, si consideramos la importancia y consolidación de destinos como las Pirámides de Giza o el Valle de los Reyes en Egipto, el cementerio de Praga, etc., etc., etc., dónde los valores monumentales son patentes.
No obstante el tanatoturismo avanza, y ya se integran para las visitas incluso lugares que, sin ser monumentales, no dejan de ser parte de la memoria histórica, como puede ser el caso de la necrópolis judía de Lucena.
Pero es que además el cementerio decimonónico de San Eufrasio es el reflejo de nuestra historia local, de nuestros ilustres y anónimos, de nuestras creencias y nuestro respeto hacia la muerte. En él reposan grandes y pequeños, giennenses en su mayoría, reflejo de nuestra identidad más profunda. Es por ello que sigo sin comprender como Jaén puede permanecer, al menos de forma mayoritaria, impasible ante la insoportable dejadez a la que está sometido un espacio tan valioso como éste y, no sólo eso, la falta de decoro hacia nuestra dignidad y la de los nuestros. Absolutamente incomprensible.
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