Eutopía

Miles de sueños

A la sociedad nos pertenece denunciar, sin permitirnos la duda, porque quienes no tenemos aún ese padecimiento vital, lo haríamos mil veces por incrementar o llegar a los mínimos de dignidad existencial a nivel personal y familiar

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El Mar está entristecido, de paisaje abierto a nicho extenso. Miles de sueños ahogados, frente a fronteras limítrofes que contienen su llegada. Miles de historias, que la injusticia se ha encargado de dar un final silencioso. Miles de manos, pidiendo auxilio, no queriendo ser engullidos por la ruta donde se quedan las “personas nadies”. Un mundo dividido por el control del poder, la pseudo-prosperidad versus la pobreza. Un combate al que ya nos hemos acostumbrado a adivinar los resultados… Son y serán las mismas personas, de los mismos países, con las mismas condiciones que les hace partir una y otra vez. Un mundo gobernado por malditos egocéntricos, títeres tiranos de los intereses económicos y financieros. El resto, callado, cargando a las espaldas los recortes, la vulneración de derechos, tragando saliva y apretando los dientes. Este mundo se merece un poco o un todo de esperanza. Tenemos que retornar a los valores y libertades inherentes por la misma condición de “ser humano” no sólo en el discurso teórico sino en cada gesto político, participativo y reivindicativo. Y es que hasta el mar llora. No puede evitarlo. Testigo mudo del dolor ajeno, de las pérdidas, de la búsqueda agotadora de quienes se topan con esta realidad hiriente…donde los versos del poeta nicaragüense, Rubén Darío, se hacen presentes: “Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre de ser consciente”. A la sociedad nos pertenece denunciar, sin permitirnos la duda, porque quienes no tenemos aún ese padecimiento vital, lo haríamos mil veces por incrementar o llegar a los mínimos de dignidad existencial a nivel personal y familiar.  Nos compete ponernos en el lugar de mujeres y hombres, mayores y menores, que desesperadamente lo dejan todo, en una travesía que se transforma en una “ruleta rusa”, donde quienes apuntan son mafias, traficantes, asesinos y genocidas. Éstos son a quienes debemos de lanzar la diatriba, a quienes señalar y acorralar con todos los recursos legislativos e institucionales. Es una obligación de orden mundial. Pero concretamente, Europa, como unidad territorial receptora de estos flujos migratorios, debe de actuar con ética, celeridad y eficacia. Ante las avalanchas humanas que huyen de los conflictos bélicos, las hambrunas, las persecuciones ideológicas, las catástrofes naturales…hay que tener respuestas. Los derechos humanos deben de preservarse, durante todo el proceso migratorio. La ciudadanía, podemos actuar directa e indirectamente. Nuestras palabras, opiniones y actitudes deben alejarse de la mentalidad estereotipada, ni que decir tiene, que sería intolerable si llegamos a orillar el racismo o la xenofobia. Todas y todos, buscamos oportunidades para acariciar la estabilidad, el bienestar integral propio y el de nuestros seres queridos. Quienes vienen, nos necesitan…El Mar nos lo recuerda y lo hace susurrando el poema de César Vallejo: “Entonces todos los seres humanos de la Tierra, lo rodearon: les vio el cadáver triste, emocionado; abrazó al primer hombre y echó a andar…”.  Esos miles de sueños, necesitan miles de manos….

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