Elogio a la libertad

Someter a niños pequeños a determinados ritos con el objeto de inculcar convicciones, supone depositar basura en sus conciencias.

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Toda vida ha de ser vivida en la más absoluta libertad y en toda la extensión del sentido del término. La formación integral de las personas es el gran déficit de las sociedades que se denominan democráticas en el ámbito educativo o escolar y en su educabilidad o ámbito social. La protección de la libertad es lo que debe caracterizar a las sociedades democráticas.

Someter a niños pequeños a determinados ritos con el objeto de inculcar convicciones, supone depositar basura en sus conciencias, es el inicio de la burocratización de su pensamiento y la aparición de la ignorancia llevadera a lo largo de su vida; el futuro de las sociedades dependen en gran medida del pensamiento libre de sus ciudadanos, las cárceles psicológicas de las convicciones en edades tempranas, destruyen el verdadero concepto de la moral natural, por falta de referentes éticos.

El verdadero benefactor del niño/a es el desarrollo de su imaginación creativa, sus únicos símbolos, los necesarios para el formalismo del lenguaje y su primer valor ético, el respeto a sus semejantes. Todo sistema de enseñanza debe alejarse de lo que amenace sus perspectivas educativas, sobre todo de la socialización simbólica y ritual de determinadas instituciones. 

El sistema educativo español está necesitado de una transformación que permita nuevos planteamientos de objetivos y modos de funcionamientos; entre ellos, la posibilidad de que los padres puedan elegir profesionales ajenos a los centros educativos o tutores externos. Una manera de control social a la politización de la enseñanza, que vista desde la realidad actual, le pertenece a los intereses de todos menos a los alumnos/as.

Es la escuela la principal fuente de humanización. La persona debe crecer hacía sí misma, de forma inteligente y digna. La libertad de un niño/a es la vivencia de su propio mundo, la escuela le debe enseñar a responder a esa libertad, fomentando el carácter propio de cada persona; cuidando el derecho al desarrollo y perfeccionamiento de sus facultades.

Es más difícil para la mujer ser verdaderamente libre. El acoso agrede a la libertad de la persona, es la mayor lacra social, cuyo delito debe colocarse en la órbita del terror, inmediatamente después de los delitos de sangre y maltrato. A diferencia que este no debe prescribir. ¡Cuántas mujeres desde la edad temprana lo han mantenido en silencio!, ante el temor de pasar la vergüenza que ello le suponía; ¡Qué mujer no ha sufrido alguna experiencia dramática vivida en el más absoluto silencio! Una sociedad democrática debe castigar sin fisura todo delito que afecte al desarrollo de una vida digna y a la libertad personal; denunciado en cualquier momento de la vida.

Una cultura popular en exceso, fomenta intencionadamente el juicio ciego en las personas y es utilizada para fines  perversos. Desde la óptica pública, la cultura está viciada en sus fundamentos. En una sociedad donde existen organizaciones para establecer meritos y reconocimientos a los incompetentes, es fácil comprender la confusión que se genera en el ámbito de los asuntos públicos.

La política se convierte en un juego de colores; unos están más inclinados al azul y otros al rojo. Lo que ocurre en España es que con la excesiva corrupción, se han despintados ambos colores y ha nacido el arcoíris político. Abogamos por un amplio diálogo sobre la conciencia moral natural fuera del doctrinarismo erróneo y cuya deriva perturba los conceptos de libertad y dignidad personal. En el ámbito de la política obstruye la vida pública.

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