La confusión del derecho a la esperanza

La falsa ética política de los corruptos es el verdadero antisistema.

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El sueño de la transición dejó dormida la política en España, la naturaleza humana no es una abstracción, sino que posee alternativas dinámicas, en política, su deriva actual se enfrenta hacia un sistema económico sano dentro del sistema social y como fin, a alcanzar la esperanza de un bienestar óptimo. Constituye un error histórico oponerse a lo que podemos llamar las condiciones de-nacer de una nueva generación política. En los momentos actuales es imparable su ascensión.

Los jóvenes constituyen para los jóvenes la revolución de las circunstancias de la realidad generacional, la política es para ellos el-nacer, frente al reformismo fatigado de la conformidad. Cuán equivocado se hallan los que atacan como radicalidad, lo que es signo de una nueva vida de cambios en las dinámicas sociales. Las estructuras políticas no les han entregado a ellos su experiencia generacional, sino que han manchado dichas estructuras de corrupción, luego no pueden poner un muro a posibles acuerdos de diálogos, cuando los jóvenes pretenden cambiar dichas estructuras, pues están legitimados para hacerlo. La falta  de entendimiento entre todas las opciones que forman el nuevo arco parlamentario, supondría un grave retroceso en la política española, y que no puede ser corregido con sucesivas elecciones generales; no una sola, sino varias. Sería un autentico desastre político con consecuencias irreparables.

La política se despliega en la pluralidad, que constituye la estructura básica de la realidad social. Tomar la democracia como un peligro, no es ser demócrata, en democracia la autoridad política le pertenece al pueblo y se manifiesta en las urnas. Tener miedo a las urnas es percibir la libertad como amenaza; la mayoría de los que se dicen demócratas, tienen terror a la democracia, la confunden con el libre albedrío. Es hora de que aprendamos a interpretar aquello que reflejan los votos de cada una de las soberanías personales, para darles a los colectivos sociales el destino de lo que demandan libremente.

La autoridad de las personas se manifiesta en el uso de su libertad. La autoridad moral no la da el dogmatismo religioso, aquel cuyas verdades es imposible descubrir por la razón y que fomenta un ego culposo, la muerte del ego de la culpa es una parte de la maduración humana; es cuando aparece el verdadero sentido de la responsabilidad. La pureza moral es evadirse de todo dogma que amenace al subconsciente en el sentido de la culpa. La disputa ética de la radicalidad religiosa, centrada en la consciencia, evita una visión del mundo, en la que es la sociedad civil la que crea sus propios criterios morales. Las leyes democráticas no atacan a las leyes del pensamiento moral libre y constituye la estructura fundamental de la ética pública.

La falsa ética política de los corruptos es el verdadero antisistema. La corrupción política es la aniquilación del sentido moral de la política. Sin criterios políticos la libertad carece de dirección acertada y conducen a las instituciones a consecuencias totalitarias. El verdadero sentido común reclama nuevas actitudes humanas. El camino del poder desnudo es la perversión del poder. El espíritu despierto de las nuevas generaciones crearan las condiciones políticas para que nuestra democracia descanse sobre estructuras sociales mayoritarias de valores éticos, fuera del dogmatismo moral de la transición política española, ampliamente desfasado.

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