Viajes

Otoño: la época de los sentidos

Cualquier rincón andaluz se convierte en un destino ideal en estas fechas, en la que los cambios están a flor de piel

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  • Sierra de Huelva -

Un fin semana, un pequeño puente o incluso una tarde libre es tiempo más que suficiente para disfrutar de una de las épocas más atractivas de Andalucía. Época ideal para sentir y apreciar la naturaleza, para aprovechar los recursos que el segmento del turismo rural ofrece o, simplemente, par deleitarse con la cultura y el patrimonio de la Comunidad.

Andalucía cuenta con miles de rincones mágicos donde perderse, donde realizar actividades en pareja o en familia, es un lugar perfecto para practicar deportes en contacto con la naturaleza y esta época del año es la ideal para ello, sobre todo porque viajar por el interior de Andalucía significa vivir experiencias únicas que te dejarán huella.

Cualquier rincón de la región puede ser un destino ideal para hacer una pequeña escapada, aunque en esta ocasión destacamos algunas propuestas que podrían llenar ese par de días de descanso tan merecido. Una de ellas es conocer la comarca de Los Pedroches, en plena Sierra Norte de Córdoba: integrada por 17 municipios, a sus encantos naturales y patrimoniales se les une su producto estrella: el jamón de bellota. No se pierda la dehesa, un hábitat propio en el que la naturaleza y el hombre conviven en perfecta armonía.

Otra de las fantásticas propuestas es perderse en el Valle del Genal, en plena Serranía de Ronda, con pueblos como Parauta y Cartajima colgados en lo alto de las laderas de los valles, dominando el paisaje. Para disfrutar de la tranquilidad y el sosiego que se respira en sus calles, con sus casas encaladas y su blanco resplandor. Y muy cerca y para disfrutar de las mejores vistas, el Parque Natural de la Sierra de Grazalema, probablemente, una de las mejores de todas las sierras y montañas andaluzas.

Otro de los destinos a elegir es el Poniente granadino, con localidades como Íllora y Montefrío, en un enclave natural privilegiado donde realizar excursiones y descubrir su belleza monumental y su interesante gastronomía, dejando atrás la rutina y el estrés de la ciudad rodeados de naturaleza.
Y si lo que prefiere es el litoral, adéntrese en los bellísimos rincones que atesora el Parque Natural del Estrecho con espectaculares vistas de sus acantilados, dunas y playas.

Nuestros fogones

Pero si por algo es característica esta época del año es por sus sabores, cuando los fogones de las cocinas se llenan de sabores que son auténticas delicias para el paladar. Es el momento de disfrutar de platos construidos sobre la castaña, las setas, el membrillo y la caza, materias primas de estación que bien combinadas nos ofrecen un abanico de suculentas propuestas con las que descubrir otra forma de entender Andalucía.

En torno a estas materias primas, se celebran numerosas fiestas cuya temática siempre ronda alrededor del ingrediente estrella de cada localidad: la Fiesta de la Castaña en la localidad malagueña de Pujerra, la Feria del Jamón y del Cerdo ibérico en Aracena (Huelva), la del Mosto en Atajate (Málaga); la Fiesta de la Aceituna en Martos (Jaén) o la del Membrillo en Priego de Córdoba son algunas de las pinceladas gastronómicas que se pueden disfrutar.

Pero si hay algo que caracteriza esta época del año son los colores de la naturaleza: el sol está cada vez más bajo en el horizonte y las luces son más suaves, los colores se acentúan y nos muestran mayores contrastes y relieves. Las áreas naturales de Andalucía, son los lugares ideales para disfrutar de los detalles relacionados con el otoño como fauna, flora, frutos, hongos…

Tiempo de cambio

Es la época en la que más se pueden apreciar los impresionantes cambios en el paisaje que viven nuestros espacios naturales y es el momento propicio para poder conocer, por ejemplo, las migraciones de las aves en el Estrecho de Gibraltar, o elegir una de las prácticas más gratificantes que ofrecen nuestros montes, la recogida de setas. Los níscalos en Espiel (Córdoba); el rebozuelo en Jimena de la Frontera (Cádiz); la amanita de los césares en la Serranía de Ronda (Málaga); la apreciada trufa blanca en el Andévalo onubense; las sabrosas variedades de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas en Jaén (níscalos, seta de cardo o de chopo y la trufa negra); o los boletus de la Sierra de Aracena en Huelva.

Pero si de naturaleza pura se trata, hay un espectáculo digno de mencionar, la berrea del ciervo. Los Alcornocales y Sierra Morena se convierten en esta época en escenario de uno de los espectáculos más estremecedores de nuestro entorno natural. Por ello, son varias las entidades que organizan incursiones en el bosque para asistir a este ritual de celos y batallas entre los ciervos que luchan por hacerse con su harén y perpetuar la especie con los cervatillos que nacerán en primavera.

Y si de verdad lo que le apetece es perderse en la naturaleza, adéntrese en los bosques de castaños de la Sierra de Aracena o los de la Sierra de las Nieves, disfrute de sus colores característicos de otoño, cuando adquieren su verdadera belleza por el color de sus hojas en contraste con el de sus frutos que se recubre de pinchos a modo de erizo. 

Úbeda y Baeza, cuando el patrimonio se impone

Las ciudades de Úbeda y Baeza, declaradas Patrimonio de la Humanidad, conservan aquel hechizo de hace 500 años y las convierte en el máximo exponente del renacimiento español. Dos ciudades hermanas, en su historia y en su legado patrimonial.

Rodeadas de olivares con el Guadalquivir a sus pies, estas dos ciudades conservan entre sus calles el trazado original de tiempos remotos. Úbeda representa la arquitectura privada y el poder civil, y Baeza la arquitectura pública y el poder religioso. Las dos figuras más destacadas de aquellos tiempos fueron Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I, y su arquitecto Andrés de Vandelvira, autor de los más soberbios monumentos de ambas ciudades.

La singularidad de Úbeda y Baeza se hace palpable en sus trazados urbanísticos e importantes edificios, de los que destacamos algunos de los más emblemáticos y que no debe perderse si opta por acercarse a ellas estos días.

En Úbeda encontramos la Plaza Vázquez de Molina, considerada una de las más bellas de Europa. Es un recinto abierto donde se alzan los monumentos más destacados del Renacimiento, como la Capilla Funeraria del Salvador del Mundo, la Iglesia colegiata de Santa María de los Reales Alcázares, el Palacio de Juan Vázquez de Molina o de Las Cadenas.

Aunque hay más: el  Hospital de Santiago, los palacios del Deán Ortega o de Vela de los Cobos, o la Iglesia de San Isidoro, son algunas muestras de lo que puede encontrar en esta monumental ciudad.
Y un detalle, si quiere conocer las tradiciones y costumbres de la zona no deje de visitar el Museo de Alfarería Paco Tito “Memoria de lo cotidiano”. Un amplio caserón en el barrio de San Millán recoge la tradición ancestral de los alfareros de Úbeda e incluye hasta un “rincón del artista” en su taller, que posee uno de los seis últimos hornos árabes que aún se encuentran en funcionamiento en España.

En Baeza sobresalen la plaza de Santa María, que ejerce de epicentro de la ciudad noble, donde destaca la Catedral consagrada a la Natividad de Nuestra Señora; además encontramos la iglesia románica de Santa Cruz, el Palacio de Jabalquinto, el Ayuntamiento y la Plaza del Pópulo.

Y otros tesoros son la antigua Universidad e Iglesia de San Juan Evangelista, el antiguo Seminario San Felipe Neri, las antiguas carnicerías y  la Audiencia Civil.

Además, la provincia de Jaén, frontera durante siglos entre musulmanes y cristianos, con una red de fortalezas únicas en Europa y la ruta de las Castillos y Batallas recorre las fortalezas de Alcalá la Real, Santa Catalina en Jaén, el de Burgalimar y la de Baños de la Encina.

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