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La Junta no sabe qué hacer con la roca de Salto al Cielo

Técnicos e ingenieros no saben si es mejor dinamitarla o esperar a que caiga por sí misma

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  • En la imagen puede apreciarse el peñasco que amenaza con desplomarse sobre el cauce del Guadalete. -
La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía no sabe aún qué va a hacer con el peñasco que, en la finca Salto al Cielo, amenaza con desplomarse sobre el cauce del Guadalete, lo que podría provocar el taponamiento del río, con el consiguiente desbordamiento y la inundación de los Llanos de la Gredera y de La Ina.

La delegada provincial de Medio Ambiente, Silvia López, reconoce que “no se sabe si es peor dinamitar la roca o dejar que caiga” sobre el cauce del río, advirtiendo en cualquier caso de que el seguimiento que están haciendo del peñasco los técnicos e ingenieros de la Administración autonómica es “diario”.

De este modo, y en vista de que no se ha encontrado aún la solución definitiva al problema, Medio Ambiente va a optar casi con toda seguridad por “esperar a ver cómo reacciona la tierra” con las lluvias que se registren a lo largo de este invierno, para de este modo comprobar si se produce un nuevo desplazamiento del peñasco.

Lo que sí tiene claro la Consejería de Medio Ambiente es que el corrimiento de tierras “podría suponer un gran problema” tanto para el cauce del Guadalete como para las zonas aledañas, de ahí que no se haya acometido todavía ninguna actuación “porque no hay acuerdo” respecto a “qué es lo mejor” que puede hacerse. “Estamos esperando a comprobar el propio movimiento natural de la tierra”, insiste Silvia López.

El problema surgió el invierno pasado, cuando unos trabajadores de la finca Salto al Cielo advirtieron de que las intensas lluvias registradas en las semanas anteriores habían ocasionado una grieta de considerables proporciones en un peñasco localizado sobre una curva de los meandros del cauce del Guadalete.

Esta denuncia provocó el desplazamiento al lugar de técnicos de la Agencia Andaluza del Agua, que ya entonces barajaron la posibilidad de proceder a la voladura controlada de la roca una vez que las condiciones del terreno lo permitiera.

La fisura aparecida en el farallón de piedra y tierra tiene unas dimensiones de unos 20 metros de largo, ocho de ancho y una profundidad de otros dos aproximadamente, siendo las intensas precipitaciones las que provocaron el corrimiento de tierra.

Los técnicos fijaron entonces un perímetro de seguridad para impedir el acceso a la zona, colocándose una serie de testigos para comprobar la evolución de la fisura.

Sin embargo, un trabajo de los investigadores Agustín y José Luis García Lázaro pone de manifiesto que la grieta ya existía mucho tiempo antes de que se produjeran las fuertes lluvias del pasado invierno. Así, en 2004 esta fisura “presentaba un gran desarrollo y una considerable profundidad”, como evidencia el hecho de que sus oquedades dejaran escapar “bandadas de palomas, grajillas y otras aves”. Con todo, cabe suponer que el corrimiento de tierras obligará a algún tipo de actuación.

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