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Análisis: Project Cars 2, un fabuloso simulador lleno de detalles

En lugar de limar asperezas han tirado el molde, han empezado de cero y han hecho un producto similar pero más grande y mejor

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El primer Project Cars fue un juego que se había metido en la boca más de lo que podía masticar. Lo que había tenía muy buena pinta y se podía ver la intención de Slighly Mad Studios a través de las imperfecciones. Pero había tal amasijo de menús incomprensibles y bugs que dificultaba mucho el disfrute de un producto muy prometedor. Daba la impresión de que habrían necesitado algo más de tiempo para limar todas las asperezas.

Tiempo de desarrollo

Tiempo han tenido: dos años desde el lanzamiento del primer juego. Así que en lugar de limar asperezas han tirado el molde, han empezado de cero y han hecho un producto similar pero más grande y mejor.

Empecemos por lo que Project Cars 2 no es: fácil. Esto es un simulador sin compromisos. Si Gran Turismo o Forza Motorsport te parecen un poco demasiado, es casi mejor ni acercarse a esto. Si esos juegos te dejan intrigados por el deporte del motor, tienes que probarlo. Cada coche se conduce de una forma distinta, y son nerviosos: tendrás que estar corrigiendo constantemente el volante y los pedales para poder mantener el coche al límite. Una vuelta en este simulador hace que los otros dos juegos parezcan un paseo a hacer la compra. Puedes poner todo tipo de ayudas a la conducción para facilitar las cosas, pero descuídate un momento y habrás mandado tu carrera a la ruina. El juego no perdona; precisamente por eso, cuando consigues una victoria, cuando sometes el juego a base de práctica y concentración, es mucho más satisfactorio. Como el juego no te regala nada, te da la impresión de que te lo has ganado.

Un catálogo muy pensado

Project Cars 2 tiene bastante menos coches que Forza, pero cada uno de ellos está por algo. Todos los vehículos que hay han hecho historia, o son máquinas modernas con algo especial. No encontrarás un Volkswagen Polo por aquí suelto. Bueno, un Polo sí, pero no de calle, sino su homónimo de RallyCross con quinientos caballos, capaz de acelerar de 0-100 más rápido que un Formula 1.

Cada uno de los 180 coches encaja en algún lugar, con otros competidores de su clase, con circuitos en los que correr y con normativas para ese tipo de competición, todos muy distintos el uno del otro. Puedes hacer las 500 millas de Indianápolis, compitiendo en un oval a 300Km/h,  o meterte en las 24 Horas de Le Mans, en un Porsche 962 de Grupo C a 400Km/h por Mulsane, o competir en Rallycross con un Ford Focus de quinientos caballos, o darte un paseo por la mañana por una carretera en California con un Lamborghini de calle, o las 24 Horas del Nurburgring esquivando turismos con un Ferrari 488 GT3 en mitad de una tormenta a las 3 de la mañana. Abarcan prácticamente la totalidad de la competición desde Karts hasta las competiciones internacionales más relevantes (con una versión de Formula 1 sin licencia incluida).

La cosa no para ahí: el juego tiene casi sesenta circuitos, (mucho más que ningún otro juego de consolas), incluyendo versiones históricas de Monza (con su antiguo oval), Spa o Hockenheim. Los circuitos además están vivos: dependiendo de la estación en la que corras, verás la vegetación cambiar de color, o auroras boreales en el cielo nocturno de los circuitos más cercanos al círculo polar. La iluminación es dinámica, pudiendo ver como anochece y amanece en tiempo real o acelerado. Aparte de eso, hay hasta dieciocho tipos de tiempo distinto, desde un día soleado hasta una tormenta de nieve. El agua es también dinámica: a medida que llueve se van formando charcos con los que puedes hacer aquaplanning y cuando vuelve a salir el sol, primero se seca la trazada por el paso de los coches y finalmente los charcos se van evaporando. Hace a los circuitos de otros simuladores parecer muy estáticos en comparación. 

Gráficos: No fascinan pero convencen

Tanto rollo dinámico da vida, pero quita potencia para los gráficos. Si los comparas con la beta de Gran Turismo, se queda algo corto, pero la belleza aquí está en la variedad en constante cambio, como en la vida real, los momentos de foto son por un cúmulo de circunstancias, no porque los diseñadores gráficos lo hayan decidido así. Si tras una tormenta nocturna, sale el sol y empieza a iluminar las estelas de agua de los coches, la visión es espectacular, pero si sólo estás compitiendo en seco a las tres de la tarde, la cosa tiene una pinta bastante más mundana.

Si en los gráficos no es sobresaliente, sí lo es en el sonido. Desde el quejido del motor de arranque (puedes arrancar el coche cuando empiezas), hasta los petardeos al soltar el acelerador, o los frenos fríos chillando al forzarlos. Golpea una pared (y lo harás a menudo) y el sonido es sólido, impactante, añadiendo a la inmersión.

Un juego de detalles

El juego es en resumen, una joya llena de pequeños toques y detalles que emocionarán a un aficionado al deporte del motor. Las opciones son tales (no hay que jugar para desbloquear nada) que uno puede recrear un evento histórico con bastante exactitud, o hacer el tonto y meter un coche de Le Mans en un circuito de Rallycross nevado. Si falla en algo es en que, una vez más, no ha salido tan pulido como los otros dos grandes de las consolas, con pequeños bugs e imperfecciones que lo alejan de ser un producto redondo. En cualquier caso, es el simulador más completo que se ha hecho para PS4 y XBOX1 con diferencia.  

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