Sindéresis

Flagrante

El modelo de empresa que contrata trabajadores porque los necesita parece que nos les ofrece los suficientes beneficios, la suficiente fuerza negociadora.

Publicado: 10/02/2020 ·
01:36
· Actualizado: 10/02/2020 · 01:38
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Es flagrante el intento de las fuerzas neoliberales de convertir España en fuente de mano de obra dividida, debilitada, descastada de cualquier oficio, siempre a verlas venir, siempre con el ay en la boca para que, a la llegada del patrono más abyecto, de esas mismas bocas solo salgan suspiros de alivio ante el prometido estado de semiesclavitud.

Dice la derecha que la familia es más importante y anterior al Estado, cierto, aunque lo dicen para afianzar la detención del progreso en torno a las cabezas más duras y los núcleos familiares más opresivos, no para mejorar la vida de quienes necesitan que su vida mejore, sino para taparles la boca en su propia casa; para que se queden sin apoyos fuera. Lo que no dicen es que más importante que la empresa y el mercado, y anterior a ambos, están los oficios. Garantizar que aprender al menos una manera de ganarse la vida sirve para tener una preocupación menos, que el destino ya da bastantes bandazos, que desarrollar un oficio necesitado por la sociedad y poder ejercerlo con estabilidad mientras exista esa demanda, garantizar esa estabilidad, en resumen, considero que es una de las labores más importantes de cualquier gobierno.

Las fuerzas neoliberales funcionan en contra de toda lógica sociológica. El modelo de empresa que contrata trabajadores porque los necesita parece que nos les ofrece los suficientes beneficios, la suficiente fuerza negociadora. Aunque una empresa requiera de cierto talento todos los días, todas las semanas, todos los años, no contrata, paga por servicios puntuales, como si una oficina no tuviera que ser limpiada siempre, como si los libros no tuviesen que ser corregidos y maquetados siempre, como si los paquetes no tuviesen que ser transportados siempre. Estas empresas obviamente no tienen interés en colaborar en la cimentación de un país fuerte con una gran masa trabajadora con un poder adquisitivo estable. Si los empresarios españoles, en su mayoría, tuviesen, no digo ya patriotismo, no digo ya empatía, sino planes de estabilizar sus empresas e intereses en un país estable, se dejarían el pellejo para estabilizar el mercado laboral. ¿Qué falso autónomo, qué falso freelance, puede abordar la compra de una casa, el pago de un crédito, la adquisición de un coche, la planificación de unas vacaciones, quién puede tener la nevera llena hoy sabiendo que también la tendrá llena el mes que viene?

 Y la gente que desarrolla oficios para mantener a la sacrosanta familia tampoco puede salirse de la rueda de los flagrantes fraudes de legislación laboral, montárselo por su cuenta y competir en justa lid. Hemos pisoteado el poder gremial y la autonomía de los profesionales a base de fusilarlos con tasas y trámites que esquilman sus recursos y energía. Necesitamos profesionales estables, necesitamos profesionales con capacidad negociadora, necesitamos profesionales que se lo monten por su cuenta, necesitamos estabilidad. No hace falta manifestarse en las calles para que esto sea obvio; está en las gráficas y en la lógica. Hay que legislar para que los servicios permanentes necesiten contratos estables, para que aquellos que no están protegidos por un sindicato capaz de la huelga más poderosa también se beneficien de convenios justos y para que los profesionales que se lo quieran montar por su cuenta, enriqueciendo la oferta en función a la demanda, contribuyan solo en función a lo que ganan, que no haga tanto frío fuera de las grandes empresas. Que no salga tan caro no tener patrono.

Y para conseguir todo esto, que lo conseguiremos, había que estar en el gobierno, no en la oposición. Todas estas cosas ya están impugnadas y más que reclamadas. Ahora toca recoger lo sembrado.

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