La Diputación de Málaga ha pedido esta semana al Gobierno que posibilite la liberalización de la autopista de peaje de la Costa del Sol, bajo el tibio argumento de poder aliviar la pesada circulación de la antigua 340 y tal vez habiendo olvidado que el ahora partido en la Moncloa, el PSOE, solicitó sin éxito al entonces presidente Mariano Rajoy esta posibilidad.
Lo cierto es que el Gobierno del ex presidente popular proclamó su intención de ir recuperando todas las autopistas de peaje una vez vencieran las concesiones, caso de la nuestra no antes de 2044.
Sea como fuere, y habida cuenta de que existen precedentes en nuestra región como la planteada eliminación del canon de la AP-4 entre Sevilla y Cádiz que parece contar con el visto bueno del ahora Gobierno en funciones, por pedir que no quede.
Pero más allá de plantear utopías, se antoja más acertado exigir con mayor determinación la ejecución del tren litoral que conecte toda la parte occidental de la provincia a partir de un corredor que fue planteado por primera vez hace décadas y del que no se ha sabido más que el tufo de promesas electorales de sucesivos gobiernos cuyos mandatarios no se han sonrojado lo más mínimo al ver incumplidas sus proclamas.
El actual ejecutivo andaluz dice tener la intención de reservar suelo para incluir el proyecto de tren litoral a partir de un estudio informativo del Ministerio de Fomento, propósito que tantos años después se antoja insuficiente para poder albergar algún tipo de esperanza respecto de uno de los proyectos más demandado no sólo por el sector turístico sino por los centenares de miles de vecinos y turistas, que se dice pronto, que transitan los 365 días del año por la Costa del Sol.
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