Una feminista en la cocina

300.000 mensuales

“La Chata", esa matriarca, debe ser tan fuerte como el hierro forjado para haber alcanzado ese nivel de poderío en una organización de tal calibre

Publicado: 04/12/2019 ·
12:55
· Actualizado: 11/12/2019 · 16:21
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Acaban de desarticular un clan de la droga dirigido por una mujer sexagenaria a la que apodaban " la Chata"No sería más que otro éxito de las Fuerzas de Seguridad si no nos lleváramos las manos al cráneo al saber que recaudaban- entre dimes y diretes- la redonda cantidad de más de 300.000 euros al mes , a base de importar estupefacientes de Perú y exportarlos a la Europa rica, ya destilados.                                                                                                                                       

Material incautado por la policía.

No es más que una metáfora de Antropología con nuestros primeros padres haciendo trueques entre pobres (que dan lo que tienen) y poderosos que pagan por olvidar sus cuitas. En medio, como no, un vivaz que saca provecho de lo que va derrapando. “La Chata", esa matriarca, debe ser tan fuerte como el hierro forjado para haber alcanzado ese nivel de poderío en una organización de tal calibre y con tal rendimiento dinerario. Nada que ver con las mariscadoras gallegas que le hacen envites al viento, mientras se secan las lágrimas de frustración metiendo el alma en el frío invierno que sube desde la boca del Atlántico para darse de  cara con el Cantábrico. Son aguas que consumen mujeres que conocen bien lo que mata la droga. Nunca como el trabajo que lo hace a tajazos invalidantes, corrosivos, pero honrados de capachos y manos. Siempre ese maldito polvo blanco- o fariña- que mueve miles y cientos de miles para que mueran cienes o miles de cienes que no llegan a doblar espalda de trabajar, sino con fémures adornando una lápida. Es lo malo de” la Chata” que los 300.000 mil mensuales que facturaba no sabemos a cuántos les ha quitado la vida, ni enganchado de por muerte, ni sacado los sentidos al alma. Supongo que como las mariscadoras embute ganas, desaloja penas y se enfrenta a los miembros más jóvenes del clan para no perder la batalla de comandar a tamañas fuerzas del mar , en una miserable guerra en la que nadie gana y todos pierden. Unos en la cárcel, otros en la muerte  y los más, en la penitencia eterna. No las podemos comparar porque no son iguales y a mí, las gallegas me dan la vida, alimentándome con su coraje, con esa fuerza que no sé de dónde proviene más que de ser madres y mujeres que claman al cielo y le arrancan el fruto de sus entrañas, para sacar dinero trabajado y ruin por lo mucho que duele. ”La Chata” se dolerá de cárcel por mucho o poco tiempo(  depende de la sentencia) con una estancia privilegiada porque los capos del mal son solo eso, admirables como los de “Gran Hermano” para anoréxicas y vigorizantes, para descerebrados y tontainas que se creen que la vida es imitar al que creen que ha triunfado. Por eso yo que soy fan de los que se doblan a sí mismos para hacer buena masa, me quedo con las gallegas, con sus ganas de luchar, desafiando a mares helados y días de lluvia, cogiendo a Poseidón por las branquias.

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