Última Columna

Hipócritas o Hipocrates

Si quienes asumirán responsabilidades políticas se aplicaran el juramento hipocrático otro gallo cantara, a esta sociedad enferma de autoestima

Publicado: 27/11/2019 ·
08:44
· Actualizado: 27/11/2019 · 08:44
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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En este blog se pretende compartir análisis, reflexión y algo de conocimiento contigo persona lectora

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Entre estos dos “hipos” infinitamente mejor encontrase con Hipócrates que con algún que otro hipócrita que, por cierto, en política merodean. Hipócrita es una palabra cuyo significado proviene del griego y, como tiene un prefijo “hipo” siempre alude a algo “por debajo”.  Además contiene la “crytes” que significa máscara o respuesta. Nada de dar la cara, el hipócrita, nunca la da, ya que siempre muestra su “máscara” y como soportar una o varias máscaras, falseando constantemente la verdadera esencia de lo que se és, supone un gran costo mental y emocional, se acaba (aunque muy tarde) por vérsele el plumero como bien se dice en castellano.

En campaña electoral se supone, ¡solo se supone!, que se hacen promesas e incluso se jura, siempre por lo más sagrado (la patria, la bandera, la unidad, la nación,…), que las intenciones son, ¡no buenas!, ¡Buenísimas! Que se hará todo lo que se promete o jura, si antes no se ha gobernado, ya que ¡lo prometido es deuda!, al menos así se expresa en castellano. En el caso de que se haya gobernado, se dirá que “ahora sí” se hará: “lo que tanto se prometió, que para ellos tan poco fue”, como dice la canción. Abundando en aquello de que “no se ha podido hacer” a causa de los enemigos, los contrarios, que han sido tan, ¡pero tan malos!, que no les han dejado gobernar para el bien del pueblo.

Qué bueno sería que esos juramentos “políticos” no fuesen hipócritas, sino hipocráticos. Este juramento es el que hacen las personas que se dedican a curar o sanar a otras enfermas. Este juramento, atribuido a los discípulos de Hipócrates, celebre médico griego de la antigüedad, fue asumido institucionalmente en 1948 en Ginebra por la Asociación Médica Mundial, reunida en asamblea. Entre otras promesas se encuentran las siguientes: “Me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones. Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí. No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase. Aún bajo amenazas no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad. Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor.” Cambiando la palabra enfermo por ciudadano bastaría.

Si quienes asumirán responsabilidades políticas se aplicaran el juramento hipocrático otro gallo cantara, a esta sociedad enferma de autoestima que no ceja en dejarse llevar por quienes han venido demostrando durante más de 40 años que nada mejora y si mucho se empeora. Porque haciendo balance de estas décadas y mirando cada cual a su familia ¿quién puede afirmar que estamos mejor que nunca? Seguro el hipócrita.

Fdo Rafael Fenoy

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