Precios y Salarios una ecuación infernal

Publicado: 02/10/2019
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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el gobierno debe compatibilizar, mediante su intervención directa, el nivel de vida con el poder adquisitivo de las gentes trabajadoras.
Obtener un salario es preciso porque si no se recibe no es posible comer, ni vivir, si sobrevivir. Para obtenerlo se precisa trabajar. Sólo trabajando es posible recibir el salario. Y ello supone dedicar un tiempo de vida a lo laboral. Y se supone, sólo se supone, que los precios de al menos los productos necesarios están al alcance de quienes cobran los salarios. Cuando se invoca el binomio precios y salarios surge en la mente una deseable y justa vinculación, aunque en la realidad, en el día a dia, pocas personas pueden hacer frente a los precios de los bienes y servicios que precisa necesariamente con el salario que reciben. Menos aun cuando estando en el paro ni eso entra en sus casas.

Mi padre me decía, desde que tenía yo muy temprana edad, que el problema residía no tanto en el salario sino en los precios. Porque ¿de qué sirve subir salarios, si los precios en conjunto suben más que estos? Dándose la paradoja de aumentos de sueldo envenenados, ya que con más dinero en el bolsillo se adquieren menos productos.

Esto mismo se lo he oído decir en 1975, al por entonces presidente de la republica argentina Juan Domingo Perón, en una conferencia dada a la CGT (argentina), brazo sindical del partido Justicialista, común mente llamado “peronista”.  Y en esa conferencia ya hablaba Perón del salario vital, algo similar al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en España. Un tope mínimo por debajo del cual nadie puede cobrar menos sueldo. Y abundaba en la idea de que el gobierno debe compatibilizar, mediante su intervención directa, el nivel de vida con el poder adquisitivo de las gentes trabajadoras.

Si ello ocurriera no sería malo para casi nadie, sólo para los especuladores y amigos de apropiarse indebidamente de la plusvalía generada por el trabajo. Tanto el empresariado como las gentes trabajadoras estarían de acuerdo en ello. Y ya que el Estado debe compatibilizar esta necesaria buena relación precios-salarios, es imprescindible convertir esta diada en una triada introduciendo el factor tiempo de trabajo. Porque para definir el salario mínimo debe concretarse un tiempo máximo de trabajo. Y poco o nada se hace en esta materia y de hecho cualquiera puede dedicar al trabajo el tiempo que le venga en gana o peor aún no disponer del tiempo necesario para poder atender necesidades básicas vitales. Jornadas de 12, 14 horas o doblar turnos, no respetando el descanso legal (papel mojado) del intervalo de 12 horas de descanso entre jornada laboral y jornada laboral, no es infrecuente.

El 1 de octubre hace 100 años que se instauró la jornada de 8 horas en España. Con todo el desarrollo, no sólo de la tecnología, sino de la organización del trabajo, que ha permitido aumentar exponencialmente la productividad ¿Para cuándo la jornada de 6 horas?  Con ello sin duda estaríamos más cerca del pleno empleo, con control de precios justos que permitan salarios dignos.

Fdo Rafael Fenoy Rico

 

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