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Tiempos de desamparo

Con este sugerente título se mantiene en Alcultura una exposición de artistas plásticos internacionales que proyecta con su obra el devenir de muchas esperanzas

Tiempos de desamparo

Con este sugerente título se mantiene en Alcultura una exposición de artistas plásticos internacionales que proyecta con su obra el devenir de muchas esperanzas truncadas en estos últimos 5 años de “revoluciones”, especialmente acontecidas en la cuenca mediterránea.  El Mare Nostrum, de la potencia imperial romana, se antoja más nuestro por necesidad y por convicción. Es el mismo mar que baña orillas africanas y europeas, es la misma sal que acaricia las pieles de seres humanos tan diversos y tan iguales.
Puente, o abismo, entre culturas y gentes, el Mediterráneo está inquieto por avatares políticos, económicos y sociales. Y esta exposición, que cerrará sus puertas el 31 de agosto muestra una infinitésima parte de la cruda y dura realidad que viven los pueblos que a este mar se asoman. Más contundente en la parte africana, pero también incierta para quienes viven en las orillas europeas.
Las alegrías de unas primaveras árabes que sacudieron los pilares de poderes ancestrales, corrieron como regueros de pólvora desde Egipto hasta Argelia, con algún aldabonazo en Marruecos. Se derramó la esperanza en un nuevo y mejor futuro para gentes desgastadas agónicamente por el credo y la resignación. Un mantra atávico que paraliza la acción transformadora, que impide el sueño, la visión, imprescindible para acometer la transformación, la misión. “Todo procede del más alto y si él lo quiere, será para nuestro bien”. Pero ese mantra se diluyó un buen día, aún están los estudiosos intentando comprender como pudo esto suceder, sin que la evidencia de un mundo global les baste.
El cómo debemos vivir, cómo se exige morir, ya no son  patrimonio exclusivo de las religiones. Las sociedades proyectan sus anhelos, sus alegrías, sus miedos, sus tristezas mediante las redes y los medios de comunicación. La sacrosanta publicidad muestra un escaparate de mundos idílicos donde todos ríen, donde todos están saludables, donde la abundancia se manifiesta por doquier.  Y millones de seres humanos, excluidos del festín, se preguntan por qué  el altísimo les trata tan mal y a otros tan bien, aunque sean impíos, aunque no guarden sus mandatos… Estas preguntas se mezclan con la certidumbre que los Jefes son igualmente humanos, son falibles, son corruptibles.  Añadiendo el ingrediente esencial de una vida nada fácil, con un inexistente futuro para los jóvenes y el coctel de ansias de libertad  explota. Y las gentes inundan, cual marabunta, las calles y plazas exigiendo un profundo cambio para que sea el pueblo el que mande.
¿Y de toda aquella enérgica efervescencia que ha quedado? Países desorganizados, inestables gobiernos, multitud de grupos de poder que reclaman una parte del territorio, para seguir explotando al pueblo, mayores organizaciones mafiosas para explotar a refugiados en su tránsito hacia la Europa soñada, más inseguridad, más falta de recursos económicos, menos turismo, fuente privilegiada de ingresos en muchas zonas… Un desastre… Sin  recrearse en este drama la exposición en Alcultura “Tiempos de desamparo” Trata de reflejar “la impotencia que actualmente se siente en una determinada parte del mundo, pero cuyos efectos se extienden de una forma u otra a todo el globo”.
A pesar de esa impotencia, en el corazón de las personas anida la llama de la rebeldía contra la tiranía, un halito de esperanza, incluso en estos tiempos de desamparo. Y con seguridad que irá creciendo hasta que se inicie un nuevo proceso de transformación social, en el que esta orilla del Mare Nostrum tiene mucho que decir.  Por solidaridad y por seguridad.
Fdo Rafael Fenoy Rico

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