El colmo de lo que le puede pasar a un país es que se plantee su equiparación con un Estado fallido. Son esos Estados fracasados y sin verdaderas estructuras de gobierno, donde el poder coercitivo del Estado y su monopolio de la violencia se reparte entre bandas, grupos terroristas y fuerzas armadas incontroladas y no se prestan a los ciudadanos servicios esenciales. Hablan de Somalia, Yemen o Sudán del Sur, entre otros.
Viene esta deleznable alusión a cuento por un desgraciado artículo de un profesor alemán, Friedrich Leopold Sell, profesor de economía de una Universidad de Munich, publicado en el diario suizo Neue Zürcher Zeitung - el Nuevo Periódico de Zürich- con cabecera en letras góticas, que todavía dan miedo. No es que sea una exageración sino un auténtico disparate. Un profesor universitario no puede aplicar a España ese calificativo ni siquiera como recurso retórico. Es aún más incomprensible que sea reconfortante para determinada prensa española o para algún otrora reputado articulista. Entiende el profesor alemán por Estado fallido una definición que de ninguna manera puede aplicarse a España, aunque se tengan muchas disfunciones, que “ninguno de los tres poderes de un Estado constitucional democrático sigue cumpliendo lo que la Constitución” espera de ellos. Se agarra a una afirmación de Íñigo Errejón al referirse de esa forma a la situación del gobierno de la Comunidad de Madrid. en relación a su falta de control de la pandemia y su enfrentamiento con la gobierno de la Nación. Significativo detalle que se oculta sistemáticamente.
El profesor lo amplia a España en su conjunto. Por la situación difícil de la monarquía, por la crisis de Cataluña o por la falta de mayoría del gobierno de coalición y sus pactos. Pero la madre del cordero del artículo estriba en la duda sobre si es responsable que la Unión Europea conceda a España los fondos de reconstrucción, porque "España todavía no es un “Estado fallido”, pero no está lejos de serlo. Razón suficiente para que Europa finalmente despierte”. En lugar de salir en tromba contra este juicio, la prensa española conservadoras, los partidos políticos de igual signo y algún académico rencoroso lo han visto con agrado. Una muestra más de lo poco que les importa el tiro en el pie de los españoles con tal de hacer daño. Patriotas de pacotilla.
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