Pablo Belando, ovación y oreja. Taira Nono, oreja y ovación. La plaza registró un tercio de entrada, en tarde agradable.
Nono, de 36 años, trabajaba en un mercado de Tokio cuando, viendo un reportaje de toros en televisión, tomó la decisión de venir a España para convertirse en matador de toros.
En enero de 1997 y en el mismo aeropuerto del que partió compró una revista taurina para saber dónde se celebraba el próximo festejo, por lo que su primer destino fue Lucena del Puerto (Huelva).
En Huelva fue acogido por una familia y comenzó a emprender los primeros lances junto a jóvenes aspirante onubenses en la Plaza de la Merced, hasta que un año más tarde se inscribió en la Escuela Taurina de Huelva, alternando su afición con el trabajo en campañas agrícolas para ganarse la vida.
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