Agasajar en las fiestas de Navidad a familiares y amigos va de la mano de mesas generosamente surtidas y constituye una costumbre muy arraigada.
Para disfrutar de unas navidades saludables, moderación es la actitud que tendría que haber primado durante estos días, pero es frecuente que no haya sido así y lo que abundó es el consumo de alimentos en grandes cantidades, generalmente pesados y ricos en grasas, azúcares y ácido úrico, como cordero, pavo, cochinillo, patés, dulces y turrones, sin olvidar la más que generosa ingesta de alcohol.
s cuando todas estas celebraciones pasan, después de Reyes, cuando se pueden observar que tenemos unos cuantos kilos de más, lo que en numerosos casos nos plantea el deseo de adelgazar y ponernos en forma. Pero perder esos kilos de más no es sencillo y, lo que es más importante, no se logra con dietas y productos milagro.
La OMIC aconseja
De este modo, como parte integrante de la Campaña de Protección de la Salud del año 2011, la Oficina Municipal de Información al Consumidor del Ayuntamiento de Torremolinos quiere incidir en que desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición se afirma que existen multitud de dietas cuyo objetivo genérico es perder peso, pero no todas son adecuadas para ese fin, ni todas están basadas en criterios científicos. Para que una dieta sea efectiva y además no suponga un riesgo para la salud debe cumplir una serie de requisitos.
Dietas ‘con cabeza’
En primer lugar, debe buscarse una pérdida de peso moderada y gradual. Para ello se precisa ingerir entre 20 y 25 calorías por Kg. de peso al día.
Por ejemplo, una mujer de 80 Kg. necesitaría aproximadamente de 1.600 a 1.800 calorías, dependiendo del ejercicio que realice. Si consume menos puede haber deficiencias de proteínas, vitaminas o minerales que a la larga pueden causar problemas médicos y una más rápida recuperación del peso perdido. Este último aspecto es muy frecuente ya que las dietas excesivamente bajas en calorías hacen perder proteínas musculares y bajan tanto la tasa metabólica que se produce un efecto rebote.
El aporte equilibrado de nutrientes es muy importante para poder perder peso de forma sana, de modo que se deben repartir los diferentes nutrientes en los distintos grupos alimentarios.Por tanto, debe existir una gran variedad de alimentos en una dieta planteada para la pérdida de peso.
Son habituales, y creemos que fundamentadas, las recomendaciones sobre que la reducción de peso corporal (por ejemplo, para combatir el sobrepeso) debe hacerse de modo progresivo, por ejemplo menos de 1 kg por semana, ya que una reducción de peso excesivamente rápida puede producir daños hepáticos, especialmente en personas sensibles.
Asimismo, la OMIC del Ayuntamiento de Torremolinos a su vez resalta que la mencionada Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición da especial importancia a destacar que sería recomendable que los consumidores de ciertos productos asociados a dietas de control de peso conocieran detalladamente los posibles riesgos para la salud relacionados con las pérdidas aceleradas de peso, especialmente cuando el consumo de estos productos se combina con una dieta hipocalórica y con una limitada capacidad de metabolización hepática.
Dieta del grupo sanguíneo
La OMIC de Torremolinos informa de que dentro de este ambiente y afán de adelgazar rápidamente aparecen con frecuencia dietas como la denominada del grupo sanguíneo, que se apoya en la restricción de determinados alimentos y en función del grupo sanguíneo, lo que además de ser ineficaz y desaconsejable abre el camino a no cubrir el aporte de nutrientes esenciales.
Como señala la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, fue creada por el médico americano Peter D'Adamo, que defiende la existencia de una alimentación para cada tipo de sangre (A, B, AB y O), sin considerar el factor Rh negativo o positivo.
Según esto, cada grupo está más predispuesto a ciertas enfermedades más que los otros, pudiendo compensarse estas tendencias con la alimentación y tratamientos antiestrés adecuados a cada grupo sanguíneo.
La dieta muestra los alimentos que reducen o aumentan el peso, de acuerdo con una evaluación histórica de cada tipo sanguíneo. Por ejemplo, el sistema digestivo de los individuos del grupo O está adaptado a una dieta rica en proteínas animales y a los vegetales (frutos del mar, espinacas, etc); legumbres, verduras y cereales serían indicados para aquellos del grupo A, y las carnes para el grupo B; el grupo AB sería una mezcla de los A y B, especialmente con los lácteos.
No es una dieta equilibrada. No existe una relación científicamente comprobada entre el tipo de sangre y la utilización de tejido graso. La prohibición de alimentos hace que la dieta esté asociada con sensaciones de hambre y sufrimiento, e induce a la pérdida de masa libre de grasa, en vez de masa grasa.
Hay personas que pueden llegar a obsesionarse respecto a que si un alimento es de su grupo o no y no querer comer absolutamente nada si no es de su grupo por miedo a desarrollar inmediatamente las enfermedades de las que avisa el creador de la dieta. Además, las personas del grupo O que son vegetarianas pueden sentirse ofendidas al pensar que esta teoría les quiere obligar a volver a comer carne.
Por último, la dieta equilibrada requiere una ingesta de todos los principios inmediatos en su adecuada proporción, en función de la actividad física desarrollada y del balance energético de cada individuo, sin tener en cuenta otros factores ajenos como el grupo sanguíneo.
La dieta debe estar compuesta de forma equilibrada por proteínas, hidratos de carbono, lípidos, vitaminas, minerales y otros elementos para que no se ocasionen trastornos derivados por carencias ni excesos.
Bajar un kilo en dos días
La OMIC del Ayuntamiento de Torremolinos, por otro lado, quiere destacar que otra de las dietas desaconsejable es la de pretender bajar un kilo en dos días. Como se señala desde AESAN, el nombre de esta dieta sugiere lo inadecuado de su contenido, pues busca la pérdida inmediata de una cantidad de peso sin tener en cuenta que el peso corporal tiene unas oscilaciones diarias debidas a las funciones fisiológicas normales.
En cualquier caso, la pérdida de peso, si es realmente necesaria, debe ser un hecho gradual y no brusco, buscando un balance energético adecuado entre ingesta y consumo de calorías.
Esta dieta propone durante dos días la supresión casi total de la ingesta, permitiendo únicamente el consumo de muy pocos alimentos en una cantidad muy baja, y asumiendo como productos básicos de la misma, líquidos como el té u otras infusiones.
De este modo,se trata de una aproximación al ayuno casi total, que es una forma completamente inadecuada de abordar la pérdida de peso, y que si se consigue vuelve a ser recuperado casi inmediatamente después, lo que supone además riesgo de que las personas que la siguen puedan obsesionarse con la pérdida rápida de peso y pretendan repetir esta dieta, provocando diversos trastornos.
Asimismo, en determinadas personas, además, puede revestir ciertos riesgos de gravedad, puesto que restringe de forma muy marcada el consumo de principios inmediatos.
Es, por lo tanto, una dieta extremadamente hipocalórica, muy restrictiva y carente de los principios inmediatos necesarios, y por ello desaconsejable.
El adelgazamiento no puede basarse en la supresión radical del consumo de alimentos, y sí en el equilibrio entre los grupos de productos consumidos para que aporten los nutrientes necesarios, y en la realización de una actividad física regular.