Lo preocupante de que Pablo Casado alcance la presidencia del Gobierno de España es que Teodoro García Egea tenga responsabilidades en el Ejecutivo. El dirigente murciano, tan pagado de sí mismo, es perturbador. Quizá sea la juventud o que el común de los mortales no seamos capaces de descifrar su rara inteligencia. Pero, en cualquier caso, es preocupante. Durante algún tiempo pareció perder predicamento en favor de Antonio González Terol, un tipo con mucho más cuajo, más discreto y prudente. Lamentablemente, sigue ejerciendo de secretario general. Lo hace de la peor manera en el caso de la Comunidad de Madrid.
La andanada contra Esperanza Aguirre no está justificada ni aun admitiendo que la expresidenta se equivocó al cargar contra la dirección nacional con tan malos modos en la entrevista con El Mundo. Porque detrás de la acusación a Esperanza Aguirre de que su entorno y la corrupción dejara hecho unos zorros al PP de Madrid no está la defensa de la tan necesaria y frustrada regeneración de la formación, como el miedo a que Isabel Díaz Ayuso conquiste también el poder orgánico en detrimento del hombre de confianza, José Luis Martínez-Almeida.
Si Casado alcanza la Presidencia del Gobierno será, en este orden, por los deméritos de Pedro Sánchez, incapaz de levantar cabeza tras la crisis ministerial por el incremento desbocado del recibo de la luz, su alianza con separatistas vascos y catalanes y la influencia negativa de Unidas Podemos; y el efecto Ayuso. La victoria incontestable en las urnas hace unos meses ha aupado al PP en las encuestas, ha desarbolado a Vox, cuyo discurso ha quedado reducido a unas cuantas bravuconadas ante la coherencia y la valentía de Ayuso, sin perder el tono amable y humano, y ha reducido a Unidas Podemos a opción marginal tras descabezar la alianza de izquierdas con un Pablo Iglesias humillado en las urnas.
Quizá, está por ver, Juanma Moreno sea capaz de movilizar al electorado andaluz en unas elecciones generales. Alberto Núñez Feijoo ha demostrado que puede hacerlo en Galicia. Pero haría bien García Egea en admitir con humildad que Ayuso es el principal activo de la marca con influencia en el conjunto de España. Analistas atribuyen la salida de tono al temor a que Ayuso sustituya a Casado en caso de que no llegue a gobernar. ¿Piensa Casado y su equipo que habrá otra oportunidad si se les escapa el Gobierno en las próximas elecciones generales? No la habrá. Y entonces, mejor con contar con Ayuso a que recuperen los resortes de poder los sorayistas que, agazapados, en coche oficial muchos de ellos, esperan su oportunidad para convertir al PP en una gestoría o, lo que es peor, en un artefacto similar al PSOE, donde mandar a cualquier precio es lo que importa al margen de la ideología y los principios del centro derecha reformista que logró situar a España entre las primeras democracias y economías del mundo a finales de los noventa.
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