Todo está ferpecto

Pedro y Pablo, la política de los abrazos pintorescos

Uno cuenta naciones, en lugar de ovejas, para conciliar el sueño. El otro tiene un chalé que pagar, caras ambiciones políticas y ningún aprecio por España.

Publicado: 21/12/2019 ·
20:16
· Actualizado: 22/12/2019 · 22:09
  • Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sellaron con un abrazo su preacuerdo de Gobierno en noviembre. -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

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La controvertida figura de Josep Pla siempre depara gratas sorpresas. Si no tienen tiempo (o interés, que están en su pleno derecho) en leer los dietarios del escritor y periodista de Palafrugell, Arcadi Espada hizo una selección de citas de los dos primeros para un número reciente de la revista Claves que no tiene desperdicio. Especialmente una de ellas porque parece compuesta anteayer. La lucidez intelectual trasciende espacios y tiempos. Escribió Pla: “Este país de las guerras civiles ha estado también pródigo en abrazos en los campos de batalla, de efectos puramente momentáneos. Ha habido políticos que se han dedicado a la confitería psicológica más enrevesada. El pasteleo -palabra vivísima en el léxico político madrileño, una fuerza permanente del Estado- se ha practicado más que en cualquier sitio”. Y remata la reflexión: “El resultado ha sido poco brillante. La política de los abrazos pintorescos ha dado resultados muy precarios”.

Ningún escritor o periodista contemporáneo ha sido capaz de analizar con tan pocas palabras y tan buen tino la fotografía de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, uno en los brazos del otro, tras rubricar el preacuerdo de gobierno hace mes y medio. Lo hizo Pla hace más de medio siglo. Y, efectivamente, el resultado de aquel acuerdo ha sido muy precario. Por el momento, no hay fecha para la investidura, aunque el PSOE está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que Pedro Sánchez pueda continuar instalado en Moncloa. En segundo lugar, las relaciones entre los partidos constitucionalistas quedaron rotas. Desde mediados de noviembre, la Vía Arrimadas no prospera porque Ciudadanos tiene tan pocos diputados que, con tanto ruido mediático, no se le escucha ni aunque levante mucho la voz. Por su parte, Pablo Casado no ha sido capaz de expresar aún su posición sin que parezca que, en la misma intervención, defiende una cosa y la contraria. Genera desconfianza. Disimula mal el PP su deseo de que se constituya cuanto antes un Gobierno Frankestein porque es la única manera (creen, no es seguro) de frenar el avance imparable de las hordas de Santiago Abascal.

Por otro lado, el pintoresco abrazo hizo girar el foco hacia Cataluña de manera definitiva. El futuro de España, qué contradicción, pasa por el posicionamiento de quienes quieren desmantelarla. Y se vende caro. Jamás Oriol Junqueras pudo imaginar que se encontraría en esta posición tan ventajosa para sus intereses personales y para los de su partido. Es cierto que Soraya Sáenz de Santamaría le dio alas al líder independentista no se sabe (ni se sabrá nunca) por qué. Pero el líder de ERC tiene estrella... como la estelada. Pedro Sánchez mendiga su sí. Y la sentencia Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) desautoriza al Tribunal Supremo español y da pie a que el independentismo formule la incómoda pregunta (sobre todo en la esfera internacional) de cómo pudo ser condenado alguien que gozaba de una inmunidad que impedía dicha condena. Se frotan las manos porque en unas nuevas elecciones catalanas, barrerán.

¿Todo esto a raíz de un abrazo? Todo.  Recuerden que uno cuenta naciones, en lugar de ovejas, para conciliar el sueño. El otro tiene un chalé que pagar, caras ambiciones políticas y ningún aprecio por España.

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