Así se titulaba la miniserie que se estrenó en el 2021, girando en torno al enfrentamiento existente entre dos grandes figuras de la radio española de finales del siglo pasado. Capítulos con un guion ficticio, pero que buscaba provocar el recuerdo de los años que estuvieron en antena dos leyendas del periodismo deportivo español, siendo ambos líderes absolutos de audiencia en la noche.
Años en los que los transistores eran un indispensable en cualquier habitación para no perderse ni un solo detalle de la actualidad deportiva y, casi más importante, de la disputa entre García y De la Morena. Tiempos locos, en los que las salas de prensa y los estudios de radio se tornaban en campos de batalla.
Eran días tensos para los periodistas de los equipos de aquellos programas de radio. Sin embargo, dieron lugar a grandes noches de periodismo deportivo. Quedan muchas anécdotas de lo que se escuchaba a través de la radio en aquellas noches, en las que se puede apreciar que existía un tremendo esfuerzo en la producción por parte de las emisoras para conseguir ser líderes de audiencia en abierto.
Dicen que las historias se repiten. Un escenario similar parece dibujarse ahora en torno a David Broncano y Pablo Motos. Tras años en los que los programas emitidos tras los telediarios solo podían mirar de lejos al night show de Antena 3, y habiendo visto como iban cayendo numerosos proyectos que apenas lograban acercarse a su estela, la audiencia vuelve a estar dividida cuando cae la noche. Al menos en estas primeras semanas en las que Broncano ha pasado de la televisión de pago a las emisiones en abierto.
No puede evitarse observar el “pique” existente entre ambos programas. El Hormiguero ha encontrado un rival que puede hacer frente a sus esfuerzos en producción. Algo positivo para la audiencia, por la ampliación de oferta de programas interesantes de calidad y con gran capacidad para conectar con el público; y, también, para los medios de comunicación, pues evidencia la atracción que todavía pueden generar despertando el interés de personas que estaban dirigiéndose a las plataformas digitales.
No obstante, esta competencia entre ambos, que ya se habría dado por sí sola en el inicio de la temporada ante los seguidores que ambos poseen , se ha propiciado aún más e, incluso, vuelto más violenta por el uso político que se ha hecho de este asunto.
Es una pena que, a día de hoy, todo se vea ensuciado por ese concepto tan repetido, y que comienza a aborrecerse, como es el de la polarización. Cualquier tema debe pasar por el discurso político y usarse para la confrontación.
Cierto es que ambos presentadores han dejado ver hacia qué vertientes políticas se inclinan más, ¿pero tan necesario era que los partidos lo incluyeran en la guerra dialéctica de continuos desprecios en la que vivimos?
¿Qué necesidad hay de provocar estas divisiones y hacer que cualquier asunto se convierta en arma arrojadiza? ¿No sienten irritación en sus estómagos aquellos que hablan desde los atriles ante este panorama de tensión constante? ¿Por qué hemos de vivir anclados en el odio? Un odio que escasa presencia tenía hace no tantos años. ¿Hasta cuándo pretender prolongar el ambiente de crispación continua? ¿No observan que sus discursos son replicados en las calles?
Lástima que todo sea politizado, hasta las buenas noticias como poder contar con nuevas ofertas de calidad para el público que, al final de un largo de trabajo, solo desea sentarse a disfrutar de unas risas y de la comodidad del sofá o sillón.
Es lo que nos toca vivir hasta que llegue el cambio de ciclo. Mientras tanto, al menos, disfrutemos de los nuevos reyes de la noche y sus llamativos invitados.
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