El género fantástico en la literatura es rico y prolífico, siento predilección por García Márquez y su obra maestra Cien años de soledad, pero hay ejemplos tan distintos y dispares como El Señor de los Anillos o la Odisea de Homero. En España, autores como Pérez Galdós o Sánchez Ferlosio son brillantes ejemplos de hasta donde la fantasía y lo extraordinario,el relato de lo inverosímil, se ha cultivado en nuestro país.
La última novela de uno de nuestros autores vivos más prolíficos, de fina pluma transmutada a veces bisturí y afilado verbo, Arturo Pérez-Reverte, se titula Sidiy desmitifica la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, al punto de concebirlo como un auténtico combatiente de sus propios intereses. Un Cid más humano que patriota, más superviviente y astuto que aquel mítico símbolo del que tanto ha bebido la historiografía nacional durante décadas.
Y viene Sidi a cuento porque puede servir para explicarnos el papel que en estos días está teniendo nuestro Centro de Investigaciones Sociológicas, muchomás conocido por sus siglas: CIS. La labor de este organismo autónomo español es muy valiosa. Sus más de 2.200 encuestas y estudios de opinión sobre diferentes aspectos de la sociedad y de la población española dibujan y diagnostican desde una perspectiva científica la realidad social de España. Su aportación al conocimiento de lo que somos, pensamos y opinamos los españoles es de tal peso que cualquiera de sus barómetros o publicaciones afecta inmediatamente a la autopercepción que tenemos de nosotros mismos. Su presidente, José Félix Tezanos, es como poco, uno de los profesionales de mejor trayectoria en su ámbito de trabajo y ha desarrollado y desarrolla un papel fundamental en análisis de las tendencias políticas y sociales de nuestro país.
Pero a veces hay que desmitificar -aunque sea por la imperiosa necesidad que tienen las ciencias sociales de no caer recurrentemente en batallas epistemológicas-y quitar la máscara de leyenda que tiene y protege a nuestro CIS Campeador, tal y como Pérez Reverte acaba de hacer en su nueva novela con Rodrigo Díaz de Vivar. Nadie tiene la capacidad logística de tener una mesnada de 18.000 encuestas, ninguna casa encuestadora puede con eso. Nadie cuenta con el presupuesto ni con el merecidísimo prestigiode nuestro Centro de Investigaciones Sociológicas. Pero este martes ha publicado el CIS el Macrobarómetro preelectoral de las elecciones generales de 2019 y nos ha recordado a nuestro Cid cuando se abrieron las puertas de una Valencia sitiada por las fuerzas de Ben Yusuf. Cuentan las leyendas que entonces los apesadumbrados cristianos montaron el cuerpo inerte del gran guerrero en su caballo Babieca y este salió cabalgando a batallar.
Y es que el barómetro de hoy es un formidable e impecable estudio de 17.650 entrevistas realizadas en 1.091 municipios diferentes de toda la geografía nacional, pero es un trabajo desenfocado, presentado difunto porque se realizó antes de la publicación de la sentencia del 1-0, antes de los incidentes violentos de Cataluña y antes de la exhumación de Francisco Franco. Por eso, este CIS me ha recordado tanto a aquel Cid sin vida que salió a atemorizar a las tropas árabes acantonadas sobre la ciudad, contándose que así ganó su última batalla.
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