«Las cosas, tienen vida propia... todo es cuestión de despertarles el ánima.»
Macondo no existía más que en la imaginación literaria de García Márquez y en aquella aldea el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre. Desde el 28 de abril las elecciones estaban tan cerca que pocos podían prever que no diera ni tiempo a designar y que, como en Macondo, para mencionarlos habría que señalarlos con el dedo. El realismo mágico de Cien años de soledad nos sirve para introducir el momento político ante unas elecciones tan recientes -como lo era aquel Macondo- en el que nos encontramos. Un momento extrañamente previsto pero que a partir del próximo martes tendrá vida propia.
La realidad electoral de España se resume en la lucha de los grandes partidos por la gran bolsa de votantes de centros. Votantes caracterizados por el valor que le dan a la estabilidad en todos sus términos. Estabilidad política, económica, de país. No están tan interesados en la lucha de egos de unos candidatos que, a ratos, parecen bisoños y a veces, tras los reproches que se lanzan nos recuerdan la genial frase de la filmografía de Woody Allen “Lo de mi exmarido y yo fue amor a primera vista. Debí echarle otro vistazo”. Pedro Sánchez debió echarle otro vistazo a Albert Rivera y a Pablo Iglesias y estos mismos a Pedro Sánchez.
Así las cosas, esa lucha por el centro la va ganando el PSOE, viene ganándola desde el 28 de abril. Una batalla en el que el principal damnificado es Ciudadanos con un líder que se auto ubicó en un espacio ajeno, donde ya estaban el Partido Popular y Vox. Alejado de ese espacio central ha perdido su zona natural de crecimiento y muchos de sus argumentos. El votante moderado huye de los insultos y prefiere líderes templados y serenos que representen o se acerquen a ese marco ideal de lo que se entiende por buen político. La batalla por ese centro político será la batalla de la próxima campaña electoral. El PSOE necesitará tensión y relato para que el alto grado de fidelidad de sus votantes se plasme en una alta participación de los mismos. El PP aplicará serenidad y templanza a la espera de arrastrar hacía su centro de gravedad a un buen número de votantes moderados de Ciudadanos. Y Unidas Podemos tratará de volver a rescatar el espíritu del 15M porque su espacio político se encuentra a la izquierda del PSOE.
En cualquier caso, lo que vaya a pasar de aquí al 10 de noviembre, o lo que vaya pasando, dependerá como decía José Arcadio Buendía, de las cosas que tienen vida propia y solo es cuestión de despertarles el ánima. Despertados los votantes, la campaña electoral esta vez sí será altamente decisiva porque movilizará o pondrá frente al espejo de la abstención a un buen número de españoles, un espejo mágico al que temen todos los partidos.
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