Sindéresis

La cartilla de racionamiennto

Si quieren señalar a alguien que tiene una paguita, y es muy feliz, y la tiene por no hacer nada, y no se va a poner a buscar curro, que señalen la Casa Real.

Publicado: 08/06/2020 ·
01:01
· Actualizado: 08/06/2020 · 01:02
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

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Vamos a partir de una base obvia, pero a menudo olvidada, y es que el dinero no existe, es un concepto de confianza, una historia que nos contamos entre nosotros, como dijo aquel, un cheque al portador que se descambia por cosas. Esas cosas, lo que compramos con dinero, son lo único que existe, la comida que te llevas a la boca, la electricidad que te permite ver en tu casa y encender la lavadora, la furgoneta de reparto que conduces, el medicamento con el que tratas tus dolencias. El Ingreso Mínimo Vital, por tanto, es una cartilla de racionamiento.

Quienes están demasiado anclados en el concepto reverencial y al mismo tiempo abstracto del dinero, no van a poder entender esto jamás. No van a entender que, a base de ser muy capitalistas, se han convertido en muy comunistas, porque esa gente suele decir que antes de darle dinero a un pobre prefiere comprarle un bocadillo. De hecho, es el tipo de mentalidad que controlaría las necesidades y consumibles de las personas sin darles la oportunidad de consumir lo que quieran, no sea que consuman mal, algún capricho. Los apóstoles del dinero como bien preciado a veces parecen despreciar el consumo, que es lo que mantiene en pie la tienda del barrio o la gran superficie, esa que mantiene el empleo, esa cosa tan moralmente definitoria como para marcar una línea entre población productiva y población que solo debería recibir bocadillos.

Esa gente, que de tan endurecida y vil no entiende más lenguaje que el práctico, pero se trabucan cuando hablan, necesitan, imagino, que alguien se baje a su nivel y les recuerde que si los pobres no consumen, el mundo se para, porque en España hay hondonada de pobres. Esa gente que no quiere que un pobre coja un taxi para ir al hospital, esa gente que no quiere que un pobre compre su propia comida en el supermercado, esa gente que no quiere que un pobre pueda cambiarse de zapatos, esa gente que se cree que no puede ser pobre, que se cree que tiene trabajo porque es un ser especial, madrugador y ordenado, que solo se cagará en los muertos de la crisis si su empresa se traslada a Corea, esa gente que desprecia a la juventud parada y se la imagina fumando porros a costa del Estado, esa gente que ve el mundo por la mirilla de la puerta de su casa, por las rendijas de su persiana, esa gente que se cree que ha inventando el mundo, esa gente trabajadora que no entiende que tiene dientes, ropa y salud porque otros han luchado por ello, esa gente que necesita un tour por el Medievo y sacaron su diploma de sociología por Whattsap, que no se fía ni de su sombra, que le da coraje la bondad humana como a un envidioso le da coraje que otro tenga un coche, esa gente que habla, habla, habla y no hace nada que no se le ordene hacer, esa es gente a la que al Ingreso Mínimo Vital, a la cartilla de racionamiento con capacidad de elección, le llama paguita.

Y lo hacen con desprecio.

 Pues a esta gente le propongo que se cambie por las personas que van a cobrar el Ingreso Mínimo Vital, que les cedan su trabajo a cambio de la paguita, y que nos digan dentro de un mes si no es verdad que van a volver a buscar curro porque, con la paguita, no te da para ser feliz, te da para no ahogarte mientras sigues buscando una balsa que medio flote para ti y tu familia.

 Y que si quieren señalar a alguien que tiene una paguita, y es muy feliz, y la tiene por no hacer nada, y no se va a poner a buscar curro, que señalen la Casa Real.

 

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