Sindéresis

Memoria

Si algo ha quedado claro con la entrada de esta epidemia en nuestras fronteras es que necesitamos un sistema sanitario universal fuerte.

Publicado: 30/03/2020 ·
13:15
· Actualizado: 30/03/2020 · 13:16
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Hay que tener algo de memoria para catalogar las intenciones, y por tanto las palabras, de los representantes políticos en estos días. Pero sobre todo para catalogar su solvencia intelectual y moral. Qué duda cabe que el actual gobierno ha cometido fallos, catalogados como tales a posteriori, y el que con más rotundidad se le achaca es haber declarado el estado de excepción demasiado tarde.

Lo que sucede es que solo deberían afear esa tardanza aquellos que pidieron con anterioridad dichas medidas (¿quién?). Una vez tomadas, los primeros días, recuerdo que Vox reclamaba que hubiera más negocios abiertos. En mi tierra, el gobierno de la Junta no veía problema en la celebración de la Semana Santa.

El gobierno de España ha cometido errores, pero de todos los gobiernos posibles es el que mejor podía gestionar la crisis, a la vista de los hechos, de las intenciones y de la historia, de las propias palabras del resto. Se dice de este gobierno que está en manos de las fuerzas independentistas, pero aguantó el órdago cuando los presidentes de Cataluña y País Vasco exigían ser excepciones dentro del estado de excepción y gestionar la crisis como mejor les pareciese. Si el gobierno estaba siendo chantajeado por estas dos comunidades autónomas, debe tratarse de un condicionamiento muy sutil que no soy capaz de ver, porque el estado de excepción se extiende por todo el territorio nacional, quieran ellos o no quieran.

Si algo ha quedado claro con la entrada de esta epidemia en nuestras fronteras es que necesitamos un sistema sanitario universal fuerte y ampliamente presupuestado, y es curioso que afeen la falta de medios actuales aquellos que prefieren un modelo liberal y que han intentado desmantelar por completo la sanidad pública. Esta enorme verdad, la que deja en evidencia la negligencia intrínseca del liberalismo, es lo que los liberales quieren tapar con un vocerío que no hace más que dejarlos en evidencia día tras día. Se quejan de que el presidente y el vicepresidente no estén aislados, cuando posiblemente no podrían permitirse estar aislados aunque hubiesen dado positivo en coronavirus, y se queja de ello la gente de Abascal, cuya presencia en el Congreso no es, por decirlo de un modo suave, necesaria, y además está infectado. Y teniendo en cuenta que invoca al mismo tiempo a Dios y a la ciencia, no me queda claro si se lava las manos con jabón o con agua bendita; estoy exagerando, pero ya sabéis a lo que me refiero. Estamos hablando del presidente de un partido que, en medio de una pandemia, quiere dejar sin cobertura sanitaria universal a los extranjeros, como si el virus solo saltase entre personas de la misma nacionalidad; no valen ni para ser fachas, sinceramente. Los que querían que abrieran las mercerías, vamos.

Afortunadamente y para nuestra propia seguridad, hay figuras relevantes del PP que se están comportando con sensatez, aunque es una lástima que no tengan, por el momento, un mando real en el partido. Las circunstancias requieren sensatez. Si la pandemia nos hubiese pillado con el insensato e inútil de Casado como presidente (que si es capaz de falsear un máster que nadie le ha pedido, no me quiero imaginar lo que haría con las cifras de la crisis), las banderas que proponía poner a media asta igual las tendrían que manipular robots. Lo digo más que nada porque hablamos de gente con cierta capacidad estomacal para vender a los mercados a un pueblo entero y seguir presentándose a las elecciones, los cambiacadáveres, los de los hilos de plastilina, los del medicamento para la hepatitis que nunca llegó, los del metro de Valencia, los que siguen diciendo que el atentado de Atocha fue cosa de ETA.

En resumidas cuentas, para no liarme más, todos los otros posibles gobiernos, según sus propias palabras, hubiesen reaccionado más tarde y con menos contundencia.

Y, por cierto, viva Portugal, carajo, y el Mediterráneo.

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