Sindéresis

Un viejo tipo de miseria

La miseria de Pedro Sánchez es la peor de todas.

Publicado: 07/10/2019 ·
15:48
· Actualizado: 07/10/2019 · 15:48
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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La miseria de la derecha es vieja, porque anida en la ignorancia. Una persona puede ser muy miserable cuando lo único que respeta es a Dios, porque dioses hay muchos, y siempre alguno amparará tu miseria, tu misoginia, tu homofobia, tus complejos, tu avaricia, tu impiedad, incluso tu falta de fe en Dios.

La miseria de la derecha se basa en la carencia de límites morales mientras detenta la bandera de una moral que está fabricada para fines concretos, una moral que, si se la explicas a un niño, te tuerce el gesto, si se la explicas a un sabio, lo matas de enojo, si se la explicas a un ignorante, lo llevas por un camino que va en contra de sus intereses y si se lo explicas a un corrupto te dice que no hace falta que le des explicaciones.

La miseria de Ortega-Smith es tan antigua como el hambre. Es la misma miseria del libidinoso inquisidor que culminaba su anhelo sexual no satisfecho con una caza de brujas o de brujos. La misera de Ortega-Smith es un deseo de poseer, una violación a la vista de todos; su principal deseo es poder hacer cualquier cosa a cualquier mujer y no tener que pagar por ello. Matadas y enterradas, poco más se le podía hacer a las trece rosas que mentir sobre ellas, un acto miserable que solo puede calar en la ignorancia y, a la vez, una proyección, ¿o acaso es por azar que las acusó de violar?

La misera de Almeida es de carácter más frío y psicopático. Ese hombre imitando el comportamiento de una persona y explicando a los niños por qué es mejor salvar una iglesia que un bosque. Ese delirio que va entre lo costumbrista y lo medieval, ese costumbrismo medieval que no se quita ni con chaqueta ni con gafas, que te hace mirarlo y decir: «¿Tú de dónde sales?» Ese tipo al que solo le falta preguntar a la gente qué quieren exactamente que diga para no meter la pata, porque realmente le da lo mismo ocho que ochenta. Porque le importan lo mismo la iglesia que el bosque que lo que piensen los niños; que no votan.

La miseria de Abascal es tal que lo tienen escondido.

La miseria de Ayuso es imposible de esconder porque no se dirige hacia la ignorancia, sino que emana de ella. Ayuso no sabe que está manipulando o tergiversando hasta que no mira Twitter. Ayuso no sabe, simplemente.

La miseria de Rivera es moderna e ilustrada hasta que deja de serlo, hasta que se da cuenta de que se dirige a la generación mejor preparada de nuestra historia y que eso tiene sus esclavitudes: que están mejor preparados que tú. Se trata de una generación que no transita fieramente a la izquierda o la derecha, una generación más tibia que solo le pide a los tibios que tengan razón cuando abren la boca, porque es una generación racional. Es una generación que no matará al de enfrente por una bandera y que no empezará ninguna guerra, sean de izquierdas o derechas, se trata de gente que sí ha conocido el terrorismo y a la que no le puedes dar coba con fantasmas. Has intentado comerciar con espaldas rotas a trabajar, vientres y colegios, y hay quien te hubiera escuchado sin todo aquel teatro de que nos iba la vida en no sé qué, que nunca fue.

La miseria de Pedro Sánchez es la peor de todas. Trazó el camino del héroe, fabricó una historia que era todo lo contrario a la historia de un miserable, ganó el premio, cogió la copa y le dio la espalda a su pueblo para entregársela a un banco; y a la derecha. La miseria de Sánchez también es antigua, pero habita en la oscuridad. Es la miseria que mató a Durruti y a Viriato. Es la miseria que no anida en la ignorancia, porque no se usa para convencer, sino para ejecutar después de vencer. Es, directamente, la miseria que nació cuando se inventó la palabra y, con la palabra, la mentira. Esa miseria no es de izquierdas ni de derechas, seamos justos. Es la única de la que los demás tenemos la culpa. O, más bien, la tendríamos si le volvemos a dar la copa.

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