Sindéresis

Magia

«No me alcanza porque no sabe que puede; el día que se entere, me cambia el peinado».

Publicado: 10/09/2018 ·
01:37
· Actualizado: 10/09/2018 · 01:37
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Durante mucho tiempo he sido sexista, así generalizando, en lo que se refiere a características físicas que diferencian a hombres y mujeres, sobre todo en lo que tiene que ver con la biomecánica y las hormonas. Esto quizá tenga que ver con que la gente de mi generación jugaba mezclada a casi todo. Niños y niñas jugábamos al escondite, al coger, al fútbol, al beisbol, al tenis e incluso a las peleas. Y también jugábamos a la rayuela y al elástico, y muchos otros juegos cuyo nombre no recuerdo que se asimilan en grano grueso a las niñas. He practicado karate desde muy temprana edad y también he compartido tatami con chicas, hemos crecido juntos esforzándonos en las mismas cosas, en requerimientos físicos y mentales en ocasiones extremos, así que imagino que, aunque pueda estar equivocado, al menos empíricamente puedo hablar un poco del tema. He sido sexista porque he podido comprobar, en términos generales, su coordinación, elasticidad y habilidad superiores.

 Esto también me ha permitido observar con el paso de los niños que las mismas características físicas y mentales pueden ser puestas a prueba con muy diferentes resultados, si se trata de un juego o deporte competitivo o de contacto. Se observa también entre personas del mismo sexo. Para mí, cuando se ponen a prueba las características físicas en un entorno de competición o agresividad, los roles de género aprendidos desde la infancia entran en escena como un elefante en una cacharrería y lo desvirtúan todo. Los machos alfa se crecen. Las personas más colaborativas o menos agresivas se vienen abajo. Por eso, si desde la educación eliminamos estos roles de género, si educamos en la igualdad, si ampliamos el horizonte de nuestro niños y niñas hasta el mismo horizonte del planeta, veremos magia.

Yo estoy convencido de ello y poco a poco el tiempo me va dando la razón. Veía a las niñas practicar complicadísimos movimientos de coordinación en la cuerda o el elástico y me preguntaba: «¿Esa es la misma niña que no es capaz de esquivarme, que no es capaz de atraparme?» Y pensaba: «No me coge porque piensa que no me puede coger». Veía las gimnastas olímpicas atrapar una maza o una pelota desde doce o quince metros de altura, sin mirarla, con la corva o el hueco del codo, con el cuello, y me entraba la risa tonta y decía: «El día que se pongan a jugar al fútbol van a humillar a los hombres».

Practicaba karate con alumnas que se abrían de piernas sin esfuerzo durante los estiramientos, que ejecutaban un kata con la precisión de un reloj suizo y pensaba: «¿Cómo es que no intenta alcanzarme la cara con un mawashi geri? ¿Cómo es que se queda paralizada cuando me lanzo al ataque?» Me lo preguntaba y me lo respondía de inmediato. «No me alcanza porque no sabe que puede; el día que se entere, me cambia el peinado».

Esto es una generalización, obviamente, y una que se va quedando pequeña, que espero que sea una anécdota del pasado con el paso del tiempo y que mis ojos vean competiciones mixtas de artes marciales, equipos mixtos profesionales de fútbol.

Ellas están preparadas. Los que no estamos preparados para perder frente a una mujer quizá seamos los hombres. Hace poco mi hija me preguntó: «¿Por qué la de mujeres se llama liga de fútbol femenino y la de hombres se llama liga de fútbol?» Eso es sindéresis en movimiento, queridos hermanos. Ese es el puto quid de la cuestión.

Afortunadamente, los medios se han democratizado a través de internet. Afortunadamente, podemos hacer la guerra por nuestra cuenta, investigar, ver vídeos de competiciones femeninas, entrar en canales de youtube de deportistas femeninas de todos los niveles y competiciones, compartir, levantarnos de la silla con las manos en la cabeza diciendo: «¡Qué barbaridad!». Hacer nuestra ofrenda olímpica a base de clics. Disfrutar de la magia.

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