Sindéresis

Más antiguo que la humedad

Yo si lo tuviera tan claro, por mi madre que salía de España y volvía a entrar por la valla de Melilla. Total, unas raspaduras en los codos.

Publicado: 05/08/2018 ·
20:25
· Actualizado: 05/08/2018 · 20:26
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Formular el odio al extranjero para crear cohesión interna es un truco más antiguo que la humedad. Los romanos lo usaban bastante. En caso de un peligro exterior, la disensión interna es traición y, además, el pueblo se olvida de los males endémicos de su gobierno.

Nuestro sistema necesita generar peligros constantemente, no nos engañemos. Si no está a mano ETA, hablaremos de abejas asesinas y si la gente se da cuenta de que sigue viva, con permiso de las abejas, España se rompe por los cuatro costados, o el de Corea, que está como una regadera, o los inmigrantes.

Es que han venido a quitarnos el trabajo, ¿sabes? Pero, al mismo tiempo, a vivir de las subvenciones. De esto último no se deben haber enterado ni el moro ni el chino de mi barrio, ni los negros que venden pulseras, ni las empleadas del hogar o limpiadoras que se dejan la mitad del sueldo en el locutorio, ni las mujeres africanas de los invernaderos que han denunciado abusos sexuales bajo la amenaza de perder el empleo. Eso es efecto llamada y no la fiebre del oro americana. 

Yo si lo tuviera tan claro, por mi madre que salía de España y volvía a entrar por la valla de Melilla. Total, unas raspaduras en los codos. Luego con no reconocer que conozco idioma alguno y no decir mi nombre ni procedencia, a partir de ahí solo me queda darme la vida padre. Hay gente que está tan alterada en redes sociales que no sé si se han pensado bien este truco. El que iba a encabezar los ejércitos irregulares, o el youtuber de playeo, o el camionero que anunciaba la invasión de los ultracuerpos, no sé en qué carajo están pensando. Salid, entrad y a pegarse la vida padre a costa del contribuyente.

No como los esforzados políticos de la derecha española, que siempre se han caracterizado por la austeridad y por anteponer las necesidades del español empobrecido ante cualquier otra cosa. Por cierto, esta la mando a los unos y a los otros, a los xenófobos de las redes y a los xenófobos de las chaquetas, ya que tanto hablan de que los españoles cuando migraban lo hacían con un contrato de trabajo por delante: ¿cuántos españoles habrá trabajando sin contrato en España ahora mismo? Pues eso.

Hay algunos ideólogos un poco más tibios que dicen que lo que quieren es que los inmigrantes lleguen de manera ordenada. Aro, joé. Vamos a poner una serie de muelles de desembarco para las mafias del transporte ilegal de personas. ¿Queréis que la gente que llega huyendo de la muerte y la miseria lo haga ordenadamente? Pues dejad una puerta abierta en la valla. ¿No hemos quedado en que Europa ha organizado las cuotas de asimilación de inmigrantes y refugiados? ¿No ha quedado lo bastante claro que la mayoría de ellos no tienen como destino España sino otros muchos países del continente? Pues abrid una puerta, que entrarán por ahí, que a nadie le gusta más una concertina que una puerta. Centralizáis de este modo los servicios de emergencia, los de triage, las identificaciones y los traslados a otras ciudades o a otros países. Cuantificáis los costes y le pasáis la puñetera minuta a Europa, que yo no me he enterado todavía cómo se emplearán exactamente los 53 cochinos millones de euros que nos han dado para paliar esta crisis humanitaria. 

Poniendo datos encima de la mesa, la percepción de los españoles sobre la cantidad de inmigrantes en nuestro país es disparatada y solo puede deberse a un miedo inducido. Si piensas que unos cuantos miles de personas necesitadas que entran en el país en un año, suponen una invasión, ese miedo viene de dos sitios: o te han convencido de que tengas miedo o te asustas de que son pobres y son negros. Eso, ya que hablamos entre mayores, quiere decir de ti que eres un racista. Se puede salir de eso, pero hay que querer. 

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