Sindéresis

La presa

Lo mejor que puede hacer una presa es saber que lo es y, a partir de ahí… sonreír más; joder menos. 

Publicado: 09/04/2018 ·
02:22
· Actualizado: 09/04/2018 · 02:22
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

Del propio autor:

VISITAR BLOG

Una persona es una presa. Cualquiera. Tú y yo. Antes de juzgar a nadie y tratar a nadie en función a lo que ves, te recomiendo que pienses en todo lo que no ves, porque todo lo que no ves es todo lo que esa persona es por dentro y por detrás, hacia el pasado.

Una persona es una presa porque mantiene un cierto volumen de agua tras su comportamiento. Esa agua que empuja la pared de lo que ves es su pasado y su instinto. Esos chorros de agua que suelta de vez en cuando son las cosas que hace esa persona para que la presa no se rompa y se lleve a unos cuantos por delante. Si alguien es imprudente, nervioso, lenguaraz, catártico o chillón, piensa que está liberando presión y esto no lo hace peor persona, peor presa; quizás está soportando más agua de la que soportas tú.

Examínate. Piensa en por qué eres más calmado. Piensa en por qué tienes más autocontrol, más saber estar. Piensa si te lo ganaste a pulso o, simplemente, te sale solo.

Una persona es una presa porque huye, siempre, de la muerte. Para algunos la muerte está allí, en el futuro, dentro de miles de años. Para otros está detrás de cada esquina. En los síntomas de una enfermedad que ya se ha llevado a varios de sus seres queridos. En la violencia de la que ya ha sido víctima. Que huya no quiere decir que adopte la apariencia de un hipocondriaco o un cobarde; a veces, al contrario, se huye hacia delante, se ignora el peligro, se pisotea el peligro. 

Está bien admirar el valor, pero piensa cuando juzgues a un cobarde si no es más consciente que tú mismo de la existencia de la muerte, si no fue golpeado con una visión más clara que la tuya, si quizá no es de los que huyen hacia delante sino de los que se quedan temblando y mirando a su alrededor y, a pesar de eso, luchan porque todo vaya bien.

Una persona es una presa porque no es libre. Tiene condicionamientos y obligaciones. Estos pueden haber hecho de esa persona alguien pequeño sin capacidad para levantar la voz ni cambiar las cosas que no le gustan, pero es muy difícil que esto haya sido algo aceptado. También es posible que esa persona sea completamente consciente de sus limitaciones sociales y aun así las acepte, por generosidad, por responsabilidad. Es posible que ciertas personas no rompan con las convenciones porque saben que causarán sufrimiento y ponen la tranquilidad de los demás por delante de su propia libertad personal.

Las personas libres, que rompen los moldes, muchas veces nos marcan el camino, pero eso no resta valor humano a los que no han roto nunca nada porque decidieron que no había nada tan importante que romper en comparación con la paz. Hay personas que sienten que es mejor tener paz que tener razón. Ten en cuenta que el rebelde de ahora se detendrá en algún momento y, para alguien, ese momento no será suficiente. 

Todos somos aburguesados para otro. Todos somos egoístas para otro. Todos somos cobardes para otro. Todos nos movemos por inercia si nos comparamos con alguien que cree que no se mueve por inercia.

Pero luego están las ciencias, qué jodidas son, que te dicen: tranquilo, hermano, no te atribuyas tanto mérito, no te eches en la espalda tantos defectos. Si te cambio por otro, habría hecho lo mismo que tú. O, si te pongo en otro sitio, habrías hecho lo mismo que estás haciendo ahora. No respondes a ideales; te debes a tu propia personalidad y eso es una sopa con tantos ingredientes que no vamos a poder deshacerla para ver cuántos te echaste tú y cuántos te echaron otros. Lo mejor que puede hacer una presa es saber que lo es y, a partir de ahí… sonreír más; joder menos. 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN