Sindéresis

Será transversal o no será

El 8 de marzo en la calle había millones de mujeres y unos cuantos cientos de miles de hombres. Eso en España.

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Cuando el NO A LA GUERRA salimos todos a la calle. Blancas, negros, capitalistas, sindicalistas, chapistas y boxeadores, estoy seguro que algunos toreros y varios militares de incógnito, escritoras y angangos, independentistas y comerciales de puerta fría. 

Cuando Miguel Ángel Blanco, también. 

Decimos no al racismo de rodillas frente a Dios y en la proa de un barco. 

Hay cosas tan importantes, tan puras, tan necesarias, que cuando las reconocemos en nosotros sin otra vestimenta, aglutinan a lo mejor del género humano, que es casi todo, y deja en las sucias esquinas, fuera del conjunto lleno de subconjuntos de la Humanidad a, simple y llanamente, la escoria.

¿No tenéis ganas de ver a la escoria arrinconada y exiliada de nuestros colegios y telediarios, de nuestras camas y nuestras vidas? ¿No tenéis ganas de que hablar de derechos sea como hablar del tiempo? O llueve o no llueve. O eres feminista o eres machista. Ya está. Y eso se consigue de una sola manera: sin apellidos. O eres racista o no eres racista, sin peros. No me hables de cinco años sin pagar autónomos y no me hables de que algunas, no me hables de progres ni de gente que medra, no me hables de tu primo, por favor, que todo el mundo tiene primos y cada uno tiene una historia útil para alguna discusión.

Entonces, ¿sabéis lo que pasa cada vez que decís que soy feminista pero no anticapitalista? Que estáis intentando joder la hegemonía del feminismo por sí mismo, sin apellidos. Lo mismo que si dices que no puede existir feminismo dentro del capitalismo. Que es lo mismo que decir que dentro del capitalismo solo puede haber racismo.

No me voy a meter en hablar de historia, no me voy a meter a matizar ni a corregir al que quiera pensar que el mundo que tiene en la cabeza es el único que podrá solucionar todos los problemas de una tacada. La vida es luchar contra los malos y a veces contra la mala suerte. Ya está. No me voy a meter en hilar fino porque precisamente estoy diciendo que hilar fino en este asunto es sabotaje o cobardía.

El 8 de marzo en la calle había millones de mujeres y unos cuantos cientos de miles de hombres. Eso en España. Si juntamos a todas las que se manifestaron en todo el mundo, creo que dan para obligar a todos los ejércitos a deponer las armas y llenarlo todo de flores al mismo tiempo. Así que, por favor, depongamos las ideologías. Manos arriba. Y aplausos.

Las mujeres cobran menos que los hombres por hacer lo mismo, se ven coartadas en su progresión profesional o personal porque cargan con la mayoría de los cuidados familiares, son puestas en sospecha incluso cuando son violadas en grupo, hipotecan su vida nueve meses para tú vengas al mundo, viven más, pero peor, han ganado a pulso todos los derechos que los hombres hemos tenido solo por ser hombres, la imagen que tenemos de las mujeres es de secundaria, la imagen que las niñas heredarán para sí mismas si no nos arremangamos todos. 

Y ahora, la pregunta del millón, como puedes imaginar, es una pregunta cerrada: ¿eres machista o eres feminista? 

Y la segunda pregunta del millón, que imagino que necesita un poco más de calma, perspectiva y tranquilidad para ser respondida, pero igual la lanzo sin paraguas: ¿vamos a dejar, todos, de meterle apellidos al feminismo para excluir gente y parcelar causas?

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