Sindéresis

Filosofía e historia

En estos días, con especial relevancia, me doy cuenta de que esta sociedad no está enfocada a formar ciudadanos libres.

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La democracia requiere libertad, pero la libertad necesita de conocimiento para poder ser ejercida. ¿De qué sirve, por ejemplo, que yo tengo la libertad de elegir mi propia medicina si no conozco sus efectos, ni dosis recomendadas? En el caso de la política, como queda patente en cualquier discusión que podamos tener estos días, no solo parece necesario que uno posea ciertos conocimientos para poder ejercer sus derechos democráticos, sino que estos son inútiles si el conocimiento no es común, porque ahora ya no tienes que elegir tu propia medicina; la elegimos entre todos.

Por eso veo imprescindible, para una sociedad sana, que sus individuos estén formados con mucha seriedad en las asignaturas de Filosofía e Historia, y que su manejo del lenguaje sea impecable. No hay nada más parecido, que se me ocurra ahora, a sacarse un carné para poder votar. Y por eso sospecho que el actual gobierno, y todos los gobiernos de corte autoritario y falsas intenciones, todos los demagogos, sobreviven en la ausencia de conocimientos suficientes por parte del pueblo.

Por eso se cargan este tipo de asignaturas e intentan que sus votantes posean conocimientos técnicos muy concretos, muy útiles para la producción, pero no adquieran esas disciplinas que permiten pillar al vuelo una falacia argumental, una mentira histórica, un requiebro del lenguaje donde se han usado palabras de significado parecido, pero que acaban derivando en cosas muy distintas. No quieren que el ciudadano medio reconozca un titular tendencioso, así que se acaba creando la falsa sensación de que todo lo que vemos en las noticias son transmisiones asépticas y bien intencionadas de la realidad.

Cuando se imparten la asignatura de Historia, a veces da la impresión de que solo interesa la historia de las banderas, la historia de la guerra, la historia de los reyes. Todo esto hace que nuestra mente se prepare para que nos importe más la nacionalidad de alguien que su intención, que nos importe más la frontera que la economía global. ¿Os imagináis que en Historia se mencionaran a filósofos y científicos, sus avances y su impacto en la sociedad, y se dejase a los reyes y generales para quien quiera estudiar política?

¿Os imagináis que, cuando se mencionasen las guerras, solo se estudiase un listado de las posteriores condiciones para la paz? A lo mejor entonces entenderíamos por qué empiezan y por qué acaban, que es más importe que cómo se desarrollan, más que nada porque nosotros nunca votaremos a un general; votaremos a la gente que empieza y acaba las guerras.

En estos días, con especial relevancia, me doy cuenta de que esta sociedad no está enfocada a formar ciudadanos libres; es decir, con conocimiento suficiente para poder ejercer libremente su derecho al voto. Las personas son fácilmente dirigidas por titulares tendenciosos. No comprenden todo lo que han oído o leído, no pillan al vuelo los engaños, no tienen conocimientos históricos suficientes para discutir, se arrojan las cajas de pastillas unos a otros como si la ciencia tuviese la culpa de que no te siente bien el paracetamol.

Así que pido, por favor, que nos tomemos el debate político y el voto con la misma seriedad que cuando vamos a comprarnos una consola, una casa, un coche, porque del resultado de este debate depende que podamos seguir haciéndolo. ¿Le puedes echar diésel a un coche sin bujías? No. Pues con esto es lo mismo, solo que si ni siquiera sabes lo que son las bujías, te van a dar coba por todas partes y lo pagas a pagar tú y toda tu familia.

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