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Espectros

Completar una ruta por la Sevilla espectral resulta duro físicamente para el caminante. Hay mucho que ver

Publicado: 22/07/2018 ·
23:03
· Actualizado: 22/07/2018 · 23:03
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Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

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Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

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Completar una ruta por la Sevilla espectral resulta duro físicamente para el caminante. Hay mucho que ver. El órgano de Maese Pérez, en el delicioso convento de Santa Inés; el castillo de la Inquisición, dolor bajo la luz del mercado; María Coronel, y su rostro quemado; todo un rey, Fernando III, cuyo cadáver se expone al parecer incorrupto.

Pero la ruta continúa en el presente. Algunos espectros modernos asaltan nuestra historia porque nos miran, a la espera de que terminamos el relato que ellos protagonizan a su pesar. Hace unos meses oteé bajo el plástico que cubría la fosa de Pico Reja. Huesos de todo tipo asomaban por la húmeda tierra removida, como diría Bécquer. Miles de sevillanos han paseado durante décadas en el cementerio local por encima de donde se amontonan, levemente cubiertos bajo una fina capa, cientos de cadáveres, quizás hasta el de Blas Infante, ya lo sabremos.

La ruta espectral debe culminarse cerca del camposanto, en la basílica de la Macarena. Se deja para el final esta doble visita, ya que están cercanas y unidas como causa y efecto. Esas osamentas son  fruto directo o tangencial de nuestro Generalísimo local, Gonzalo Q.

Maese Pérez tocaba el órgano incluso muerto. El general Q no descansará ni muerto, él lo sabe, como también los aún varios y patricios columnistas locales que reclaman su olvido. Que repose en paz en su espaciosa tumba. Creen, es de imaginar que con buena fe y antes de confesarse, que el perdón prevalece por encima de todo. Chirría un poco esto cuando cambian de opinión según qué asesino. Ayer, el nuevo líder del PP gritó que no sentía lástima por las familias de los terroristas. Ni por las familias. Es un ejemplo del punto de vista que menciono.

La hermandad de la Macarena ha tenido mala suerte con sus ‘benefactores’. El general Q con su  suscripción para la basílica se aseguró,  como los señores medievales, una tumba principal. Y , hace menos, el multi imputado Francisco Camps se lanzó al mecenazgo macareno con el donativo de un millón de euros para el museo. Dinero fácil, pues no era suyo (lo que tiene ser presidente de una caja de ahorros), aunque lo daría por bien empleado, ya que en el juicio de turno resultó absuelto.

Felicito a la nueva junta de gobierno por plantearse liquidar un problema que salpica a su sagrada titular, sin duda, por mor del escarnio generado por creyentes que  ningún club admitiría, como Q. La “marca Macarena” es internacional porque también implica decencia y ética.

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