Me ha vencido usted, no cabe duda. Me ha dado una estocada sin puntilla y me veo buscando las tablas sin remedio.
Ha arruinado a mucha gente, ha asesinado a otras tantas, ha asestado un mandoble a la industria, al comercio, a la convivencia. Y el Gobierno, que es algo así como la banda del “empastre”, no ha dado ni una a derechas, empezando por el insuperable presidente, que nos vuelve a limitar la libertad de todos hasta primavera y delega la gestión en los demás.
A ninguno puedo perdonar el desafuero. Yo sé que usted no es natural, es más, creo que lo han construido en algún laboratorio y lo han lanzado a los aires a ver si alcanzaban a Trump, que se ha mostrado inasequible, acaso porque no es del todo humano.
Y aquí estamos todos tras las mascarillas, desconfiando de los demás con mirada aviesa y huyendo de las cercanías de toses y estornudos. No hay remedio; parece mentira que en el siglo en que todo es posible no pueda lucharse contra esta moderna peste negra que usted nos ha traído; sigilosamente, sin que su presencia pueda ser advertida, circula por doquier sin someterse a decretos , limitaciones, horarios ni descansos. Los viejos, los niños y los de en medio, todos compungidos, asustados, sin remedio. Los sanitarios exhaustos y desesperados en su impotencia. Y los políticos, vencidos ya en su indolencia, no saben qué hacernos a los demás, ya que con usted no pueden, que hasta nos obligan a tener la mascarilla para comer.
Y lo peor, no saber lo que de verdad importa. Nos dicen que nos pongamos mascarillas, después que no son necesarias, más tarde que imprescindibles con apercibimiento de sanciones; nos confinan, nos someten a órdenes contradictorias, a vacunaciones urgentes que nada tienen que ver, en verdad, con usted. Y nadie sabe quién es usted, cuál es si verdadero origen, sus puntos flacos. Me recuerda al famoso toro “Ratón”, que nadie podía con él en las fiestas de los pueblos.
Acaso usted no haya reparado en los efectos colaterales, amén de la inmensa cantidad de gente a las que ha fulminado. Pues si el Gobierno no amortigua los efectos de este estacazo semestral, seguiré sin abrazar a mis nietos, sin tocar a mis amigos, sin reunirme con la gente a la que quiero. Y eso es demasiado castigo, como sé que comprenderá. Ataque usted a quienes verdaderamente ha vencido, a los inútiles incapaces de defendernos, tómese unas vacaciones, pero a los que no le hemos molestado siquiera, déjenos en paz por lo que más quiera.
Con todo respeto, un servidor.
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